Resulta que usted se fue del país, usted no vota, usted vive el sueño americano en Doral o en Weston y usted se siente con derecho a repetir en cada red social y sitio que le apetezca, el horror en que se ha convertido su expais. Usted esparce rumores, usted comenta con propiedad de Dr. Marquina, el estado de salud de “aquel”, usted tiene soluciones en su mano, pero le da pánico venir a este noveno mundo, porque al hijo de la amiga de la señora que le hace las uñas – en Miami – le hicieron un secuestro exprés el otro día y desde entonces no duerme.
Usted compra hallacas a 12 dólares cada una, jura que están exquisitas y además se las puede comer sin sobresaltos y sin buscar por toda Venezuela los ingredientes que no hay, ni mandándolos a traer. Usted llena maletas de tonterías inútiles para mandarle a su familia, súbitamente empobrecida por los horrores del comunismo. Usted no vino al matrimonio de Yurmelys porque le daba miedo que le cerraran la frontera en su cara, o estallara la tan anunciada guerra civil.
Usted es un “refugiado político”. Pues bien, permítame aclararle algunos asuntos: es cierto que hay escasez, pero todo lo que falta en un supermercado se consigue en otro. (Además hay mercado negro y eso es divertidísimo) por lo tanto: pare de sufrir, no estamos pasando hambre. La fotico del anaquel lleno de Harina Pan a 2 dólares y pico, con el comentario mala-lechoso de “quieren que les envíe una” es lo más balurdo que he visto en años. Los cuentos en Facebook, según los cuales, uno va al supermercado con las carteras llenas de dinero y no encuentra en que gastárselo, es MENTIRA. Aquí no hay manera de tener carteras llenas de dinero y en los supermercados, siempre habrá forma de dejar la quincena entera. Los que encargan chicharrón a Colombia, están mal de la cabeza. El cuento de los diez mil soldados cubanos que llegan diariamente a matar opositores, es una imbecilidad infame acuñada en twitter, por señoras desocupadas de Miami. La guerra civil que está por comenzar en cualquier momento, sucederá solamente si nos apendejeamos y nos dejamos convencer por los exiliados, que no vendrán a disparar ni una china.
Los que sabemos del tráfico insoportable, de la inseguridad pavorosa, de las carencias y de los beneficios, vivimos aquí; por ahora. Quizás nos vayamos más adelante, o no. Esa decisión es individual y respetable. Pero, somos los únicos que tenemos derecho a quejarnos. Si usted se fue porque le parece que este país es una mierda; perfecto, quédese callado y viva su nueva vida con felicidad. No salga de bipolar a ponerse un disfraz vino tinto cada vez que nuestro equipo de futbol mete un golcito, ni a ponerse loco de contento, bandera en mano cada vez que nuestras semitransformistas Misses ganan un premiecito. Si usted se fue, usted sigue siendo venezolano, pero “en el exilio”. Es decir, usted prefirió dejarnos solos con este muerto (nunca mejor dicho). De modo que lo que pasa aquí no es asunto suyo. Olvídese de las nostalgias estúpidas y déjenos a nosotros, los que quedamos aquí y sabemos cómo es que se bate el cobre, el derecho a hablar hasta por la tapa de la camisa. Usted, querido extranjero, disfrute su exilio. No se meta en nuestra escasez ni en nuestros rumores. Recuerde que el que se va de la villa pierde su silla.