Imposible permanecer callado ante las invasiones de terrenos. Imposible dejarlo pasar y pretender que no existen. Imposible, por cercanía física, además. Los alrededores de mi edificio están plagados de terrenos invadidos; terrenos que cuestan muchísimo dinero, por cierto, pues están en la única zona de crecimiento que sobrevive a los desordenes urbanísticos de la ciudad.
Todos los días, cuando salgo a mi trabajo, cuando regreso, cuando voy a almorzar o cuando me asomo al balcón, mi panorámica es la misma: Carpas rojas llenas de gente haciendo unas filas enormes para “ANOTARSE” en lo que seguramente habrá de convertirse en una rebatiña en algún momento: la promesa de una vivienda decente.
Ayer recorrí el camino de las invasiones acompañado por una amiga, aguerrida, solidaria con el desposeído y afecta al régimen; cada vez menos, de paso. Se detuvo en una de las carpas e interrogó a quien parecía llevar la voz cantante.
- Y ustedes, ¿para qué invadieron?
- Bueno…porque necesitamos vivienda…
- Y ¿qué reclaman, a quien reclaman?
- Pues…no se..será al gobierno
- ¿Al gobierno?
- Bueno, no al gobierno no…ellos tendrán que venir, digo yo
- ¿Y entonces? ¿Ustedes tomaron lo terrenos para que el gobierno venga y haga casas?
- Yo no se, yo vine a custodiar el terreno porque mi comandante quiere, pero no se más nada
- Ah Ok…
- Mire, si quiere vaya y anótese, pero no pregunte mucho, ellos tampoco saben mucho
Nos fuimos. Al empezar a andar, mi amiga, hablando para sacarse el tema de encima, me dijo
- Oye vale, yo no tengo casa, y no gano suficiente para comprarme una todavía. Pero a mi lo único que se me ocurre es mejorar mis ingresos. Nunca decidiría salir a robarme un terreno o un apartamento. ¿Por que será que les metieron en la cabeza que lo que ellos tienen que hacer es robar? Chico…verdaderamente no lo entiendo.
- Yo tampoco, vale, yo tampoco…
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