Notoriedad cero

Resulta que los miles de toneladas de alimentos descompuestos “no forman un volumen notorio”. Lo dijo esta mañana el que se ocupa de la distribución alimentaría en el gobierno. Clarito lo dijo: que se trata de un golpe a la revolución y que eso, lo que es, es una ñinguita de comida piche. Ni más, ni menos. Lo ha dicho, sin que su conciencia se arrugue ni cinco, agregando que el asunto está bajo control, justo cuando todos los venezolanos pensamos que una vez más, somos las victimas. Mucho peor si consideramos la orden del sabanetero de vender lo que se pueda vender, a precios de ocasión, en lo que se nos antoja una rebatiña de comida barata. Como si fueran camisetas rojas que no le quedaron buenas a los que iban a ponérselas. Viéndolo bien, tienen algo de razón: lo que se descubrió es nada, comparado con lo que puede llegar a descubrirse. Es una simple anécdota: dejaron perder miles de toneladas de alimentos (Nadie sabe muy bien por qué ni cómo) en un país donde hay un gentío pasando hambre. Nadie entiende las explicaciones – que no han sido dadas – y nadie sabe si hay, o habrá, responsables verdaderos. Como todo lo que amenaza con enlodar el proceso, el caso de los contenedores pasará pronto a la larga lista de ignominias olvidadas, que guarda tan bien nuestro gobierno. Se convertirá en un chiste más y servirá para razzias tanto dentro como fuera de la “revolución” y tal vez, como excusa inigualable para quitarse de encima lo que les molesta. Pero, llegará hasta allí. La verdad verdadera sobre las mafias del sector nunca se contará, la cantidad incalculable de dinero perdido nunca se dirá, lo que realmente sucedió, se convertirá en un secreto que no será compartido. Después de todo, no es un asunto importante. No tiene suficiente notoriedad. No se afecta nada. La comida piche se bota y listo. Cabe suponer, entonces, que a estos señores no les enseñaron en sus casas que con la comida no se juega. Que la comida ni se deja empichar ni se bota. Que hacerlo trae consigo maldiciones bíblicas.