Hace rato que vengo mirando con especial deleite la
“regularización” de las relaciones entre el horrible-colonialista-traidor-gusano-imperio-norteamericano
y el sufrido-pueblo-cubano-que-tantas-penurias-padece.
A medida que han ido emergiendo noticias, me he dedicado con celo a escudriñar
detalles de este acercamiento, al que estudiosos con mayores herramientas – y
mas inteligencia – han dado todo tipo de explicaciones volteándolo al derecho y
al revés en todos sus ángulos. Ni duda cabe de que es un hecho histórico: dos
países vecinos, que se empeñaron en mantener un enconado enfrentamiento
desigual, parecen estar dispuestos a enterrar sus hachas, no en el lomo de cada
uno, como se pensó siempre que sucedería sino en el lomo de algunos de sus
aliados para poder comenzar a bailar, tomaditos de la mano, unas cuantas
alegrías.
Estuve en La Habana, por aquello de que hay realidades que
uno tiene que vivir antes de que cambien (o antes de que sea demasiado tarde en
la vida de uno) hace unos cuatro años. El cuento de ese viaje y todo lo que significó
en mi vida, está contado en este mismo blog con bastante detalle. Fue un viaje
lleno de sentimientos – y de sentimentalidad – en el que, entre otras cosas, me
di perfecta cuenta de la perversidad inútil de un régimen que solo ha servido
para arruinarle la vida a miles de personas que nunca conocieron la vida en
libertad; pasaron de la dictadura de un sátrapa, a la dictadura de otro, aun
peor, pues basó su satrapía en mentiras y ofertas vanas. Más de cincuenta años justificando errores y
horrores injustificables, han servido para que el mundo conozca, al dedillo, las
iniquidades de un gobierno pródigo en brindarle al mundo entero una de las más
extensas y nutridas diásporas de las que se tenga noticia. Para poco más. Se calcula
que en el mundo viven, diseminados, tantos cubanos como los que habitan en la
isla, retenidos en contra de su voluntad por los obstáculos casi insalvables,
que pone el régimen, a la posibilidad de buscarse la vida fuera de sus
fronteras. Obstáculos que, además, son responsables directos de la muerte en
alta mar de una buena cantidad de quienes intentan burlarlas. Quizás, no estoy
seguro de que haya consenso sobre eso, esa es la cara más triste de lo que
significa el régimen cubano. No la única, pero a mi modo de ver, la peor. Pues
bien, eso podría ser parte del pasado: con la reanudación de relaciones
diplomáticas, es lógico suponer que la diáspora pasara a tener envoltura legal;
una de las primeras cosas que países amigos deben garantizar a sus ciudadanos,
es el libre tránsito entre sus fronteras. Continuaran las restricciones, como
no, pero tendrán forzosamente que suavizarse. Y lo harán. Para desgracia de
aliados importantes, como nosotros, por ejemplo.
Hay una particularidad llamativa del pueblo cubano (y ruego se me perdone la generalización, costumbre ingrata de nuestro acervo) una particularidad que, sin ninguna duda, se las ha instilado el régimen de sacrificio en que ellos han vivido estos últimos 50 y pico años: a los cubanos, la permanente escasez los ha obligado a verdaderos extremos. Dos generaciones levantadas a fuerza de pedir, de tracalear, de “luchar”, de esperar que se concrete una promesa que nunca es cierta, es apenas lógico que haya endurecido la faz risueña que, aun hoy, exhiben. Aun cuando hay honrosas excepciones (tengo la suerte inmensa de conocerlas y lo agradezco) una buena cantidad de cubanos de a pie, necesitan hacer saber sus penurias y no se arredran ante la posibilidad de conseguir “una mano que los ayude a salir de eso” en el fondo, me atrevo a especular, ninguna mano era tan esperada como la que ahora reciben: la todopoderosa mano del imperio al que tanto aborrecieron en sus consignas. Ninguna otra.
Es por eso que la normalización de sus relaciones tendría que ser visto con cuidado por quienes se creyeron, erróneamente, dueños de una parte de esa verdad inexplicable que no pasa de ser un marco teórico: el comunismo. Sobre todo si se tiene en cuenta que para Estados Unidos de América, pocas palabras son tan malas palabras como esa. He ahí, entonces la inteligente jugada del gobierno norteamericano: en lugar de atacar directamente los países que impulsan la instalación del comunismo como régimen de oprobios en el continente americano, poco a poco minan las “convicciones” de la gran teta comunista de los que chupan ideología (a falta absoluta de otras cosas) países como Nicaragua, Bolivia o Venezuela. País este último, al que más pronto se le notaran los efectos de la repentina orfandad de pensamiento.
Un pequeño detalle ha revolucionado las redes sociales venezolanas en estas últimas horas: ahora, los venezolanos que deseen visitar La Habana, deberán solicitar ante ese gobierno, una visa de turismo; trámite que hasta hace poco era innecesario – pero que estuvo en vigor durante muchos años - . Es posible que esta disposición, que frenará el intercambio turístico entre ambos países, se deba a múltiples razones (económicas, sobre todo) pero, TAMBIEN, es posible que sea la respuesta del gobierno cubano a lo que pueda ser una exigencia del gobierno norteamericano: “desvenezolanizar” la vida de los cubanos; para, de ese modo, serruchar la dependencia que el régimen recién instalado del país petrolero, tiene en el antiguo y siniestro régimen de la isla. Es una tontería casi innecesaria de ser tomada en cuenta, pero es una tontería muy diciente: el gobierno de Cuba, tendrá ahora la potestad “oficial” de escoger los venezolanos que pueden y no pueden entrar a su territorio; mientras siguen gozando indiscriminadamente del dinero que TODOS los venezolanos, afectos o no a su suerte, depositan en su alcancía. A esta medida, seguirán algunas más, hasta que por orden del gobierno Norteamericano, los desafortunados convenios que rigen la relación dañina y escandalosa entre Venezuela y Cuba, sean derogados, con el respectivo daño a nuestra economía. El régimen cubano en ese momento, tendrá amarrado por la cabeza al gobierno norteamericano y por lo tanto podrá prescindir cómodamente de su mantenedor oficial latinoamericano. Ya no le hará falta seguir exprimiéndolo. Lo habrá dejado seco y maltrecho por atender los requiebros de un sustituto afectivo mucho más taimado y mucho más dañino, pero con un montón más de espejitos.
Será entonces cuando entendamos la verdadera cara de las negociaciones políticas: la cara de la traición. La misma cara que el gobierno cubano le ha mostrado al mundo desde que el mundo aplaudió emocionado el ascenso de los barbudos. La misma cara que algunos ilusos venezolanos han insistido en aceptar como la de hermanos, sin recordar que en el inicio, estuvo Caín que fue hermano de Abel.
Hay una particularidad llamativa del pueblo cubano (y ruego se me perdone la generalización, costumbre ingrata de nuestro acervo) una particularidad que, sin ninguna duda, se las ha instilado el régimen de sacrificio en que ellos han vivido estos últimos 50 y pico años: a los cubanos, la permanente escasez los ha obligado a verdaderos extremos. Dos generaciones levantadas a fuerza de pedir, de tracalear, de “luchar”, de esperar que se concrete una promesa que nunca es cierta, es apenas lógico que haya endurecido la faz risueña que, aun hoy, exhiben. Aun cuando hay honrosas excepciones (tengo la suerte inmensa de conocerlas y lo agradezco) una buena cantidad de cubanos de a pie, necesitan hacer saber sus penurias y no se arredran ante la posibilidad de conseguir “una mano que los ayude a salir de eso” en el fondo, me atrevo a especular, ninguna mano era tan esperada como la que ahora reciben: la todopoderosa mano del imperio al que tanto aborrecieron en sus consignas. Ninguna otra.
Es por eso que la normalización de sus relaciones tendría que ser visto con cuidado por quienes se creyeron, erróneamente, dueños de una parte de esa verdad inexplicable que no pasa de ser un marco teórico: el comunismo. Sobre todo si se tiene en cuenta que para Estados Unidos de América, pocas palabras son tan malas palabras como esa. He ahí, entonces la inteligente jugada del gobierno norteamericano: en lugar de atacar directamente los países que impulsan la instalación del comunismo como régimen de oprobios en el continente americano, poco a poco minan las “convicciones” de la gran teta comunista de los que chupan ideología (a falta absoluta de otras cosas) países como Nicaragua, Bolivia o Venezuela. País este último, al que más pronto se le notaran los efectos de la repentina orfandad de pensamiento.
Un pequeño detalle ha revolucionado las redes sociales venezolanas en estas últimas horas: ahora, los venezolanos que deseen visitar La Habana, deberán solicitar ante ese gobierno, una visa de turismo; trámite que hasta hace poco era innecesario – pero que estuvo en vigor durante muchos años - . Es posible que esta disposición, que frenará el intercambio turístico entre ambos países, se deba a múltiples razones (económicas, sobre todo) pero, TAMBIEN, es posible que sea la respuesta del gobierno cubano a lo que pueda ser una exigencia del gobierno norteamericano: “desvenezolanizar” la vida de los cubanos; para, de ese modo, serruchar la dependencia que el régimen recién instalado del país petrolero, tiene en el antiguo y siniestro régimen de la isla. Es una tontería casi innecesaria de ser tomada en cuenta, pero es una tontería muy diciente: el gobierno de Cuba, tendrá ahora la potestad “oficial” de escoger los venezolanos que pueden y no pueden entrar a su territorio; mientras siguen gozando indiscriminadamente del dinero que TODOS los venezolanos, afectos o no a su suerte, depositan en su alcancía. A esta medida, seguirán algunas más, hasta que por orden del gobierno Norteamericano, los desafortunados convenios que rigen la relación dañina y escandalosa entre Venezuela y Cuba, sean derogados, con el respectivo daño a nuestra economía. El régimen cubano en ese momento, tendrá amarrado por la cabeza al gobierno norteamericano y por lo tanto podrá prescindir cómodamente de su mantenedor oficial latinoamericano. Ya no le hará falta seguir exprimiéndolo. Lo habrá dejado seco y maltrecho por atender los requiebros de un sustituto afectivo mucho más taimado y mucho más dañino, pero con un montón más de espejitos.
Será entonces cuando entendamos la verdadera cara de las negociaciones políticas: la cara de la traición. La misma cara que el gobierno cubano le ha mostrado al mundo desde que el mundo aplaudió emocionado el ascenso de los barbudos. La misma cara que algunos ilusos venezolanos han insistido en aceptar como la de hermanos, sin recordar que en el inicio, estuvo Caín que fue hermano de Abel.
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