En la madrugada del domingo 05 de enero “Chocolate” estaba
ocupándose de ultimar los detalles de cierre de la discoteca en la que
trabajaba como agente de seguridad. Había sido una noche relativamente
tranquila, poco usual de estas primeras noches de año nuevo; para Chocolate,
sin embargo, no era otra cosa más que una de las muchas noches de su “reinado”
sobre la rumba merideña. Héctor Moreno González, un moreno buenmozo al que
todos llamaban Chocolate tanto por el color de su piel como por su apetecible
buen ver, era uno de los personajes más queridos de la noche merideña; desde la
puerta de ese antro estudiantil en el que completaba los quinces y últimos,
mandaba y ordenaba sobre la calma que le gustaba imponer tanto en el antro como
en la calle y más allá. Era su costumbre aguardar a que todos sus compañeros de
trabajo terminaran la faena y asegurarse que salían tranquilos y bien cuidados al finalizar la
jornada de fin de semana. En eso estaba la madrugada del domingo, cuando
llegaron dos chamos en una moto con la intención de terminar la noche allí
mismo. Con el carácter que le distinguía, Chocolate les informo que el bar
estaba cerrado ya, les aconsejo irse a dormir la mona y dio vuelta para atender
el llamado de uno de los bar tender.
Fue su último movimiento. Dos balas tan llenas de odio como de pólvora, dejaron
al negro tendido en el piso del bar. Tenía 39 años, estudiaba estadística en la
ULA y era miembro de más de una organización estudiantil. Por definición, era
un tipo bien chévere...
Una hora más tarde, a la salida de una fiesta en un local del
centro de la ciudad, Armando Lobo
intentó negociar, con un mototaxista, el precio de una “carrerita” hasta su
casa en Santa Rosa. Faltaba poco para que la madrugada helada del enero
merideño diera lugar a las primeras luces del día. Armando, el mototaxista y
todos los que andaban por ahí cerca, estaban un poco pasados de tragos, aunque
se mantenían en pie y podían hilvanar - sin mayor esfuerzo - alguna
conversación plagada de modismos y palabras incomprensibles. Alguien le pidió
un cigarrillo, Armando se negó y probablemente le dijo algún par de palabrotas.
Segundos después, delante de todo el que salía de la fiesta, Armando caía,
abatido por tres balazos que salieron de las manos del motorizado al que él no
quiso regalarle un cigarro. Está vivo,
pero, esa vida no es apuesta segura para nadie. Si sale de esta, que no es
probable, no podrá volver a mover un musculo de su cuerpo. Tiene 21 años, una
hija de seis meses a la que adora, una esposa de 19 que empezaba a andar con él
un camino cercano a la felicidad y una carrera truncada de técnico superior en
Diseño Gráfico…
Anoche, en un evento del que nadie da mayores detalles, un grupo de delincuentes detenidos en el reten Policial de Mérida, a la espera de penas mayores o reubicación carcelaria, estallaron dos granadas que les permitió escapar de sus castigos. En la carrera, un taxista de quien se conocen muy pocos detalles resultó seriamente herido. En medio de la lluvia pertinaz, la ciudad vivió una de las primeras noches de disturbios del 2014. Los delincuentes fugados amanecieron hoy en libertad. Los Merideños, un poco más preocupados por su seguridad personal…
Esta mañana, en medio del estupor más grande, la noticia nos ha dejado sin habla: Mónica Spears, Miss Venezuela 2004, actriz de telenovelas y modelo de cierta fama, su esposo y su hija de 5 años de edad, fueron asaltados en una autopista del centro del país mientras aguardaban la llegada de una grúa que les ayudara a llegar a destino, truncado por una avería mecánica cuando regresaban de sus vacaciones navideñas. Mónica y su marido fueron asesinados en el asalto. Su hija, herida, llorando junto a los cadáveres de sus padres, fue encontrada por un conductor que transitaba la autopista, un par de horas después. El país virtual, el único que transmite algunas noticias bastante cercanas a la realidad, ardió en el dolor de la muerte absurda de alguien con nombre, apellido, fama y una vida de prosperidad rutilante por delante...
Alguien dijo que la suya era la cara de los 25 mil venezolanos fallecidos en 2013 a manos del hampa desbordada. Yo creo que no. La bulla que ha hecho el vil asesinato de Mónica Spears y su marido en todo el país, la que ha levantado el crimen de Chocolate en la comunidad universitaria de Mérida, el dolor que, a una familia recién formada, le ha causado los tiros que recibió Armando y la angustia que a los merideños ocasiona saber que una manada de forajidos está en libertad por decisión propia, no es otra cosa que la muestra más dolorosa de una renuncia: la del gobierno a su responsabilidad cívica más importante. Han fallado en brindarnos a todos la seguridad de saber que regresaremos vivos a casa y eso, aunque hayan algunos que quieran negarlo, es un asunto político. Ellos fallaron en su encomienda más importante. Lamentablemente, somos nosotros los que, por ahora, nos vamos ateniendo a las consecuencias. Vamos a ver hasta cuándo.
Anoche, en un evento del que nadie da mayores detalles, un grupo de delincuentes detenidos en el reten Policial de Mérida, a la espera de penas mayores o reubicación carcelaria, estallaron dos granadas que les permitió escapar de sus castigos. En la carrera, un taxista de quien se conocen muy pocos detalles resultó seriamente herido. En medio de la lluvia pertinaz, la ciudad vivió una de las primeras noches de disturbios del 2014. Los delincuentes fugados amanecieron hoy en libertad. Los Merideños, un poco más preocupados por su seguridad personal…
Esta mañana, en medio del estupor más grande, la noticia nos ha dejado sin habla: Mónica Spears, Miss Venezuela 2004, actriz de telenovelas y modelo de cierta fama, su esposo y su hija de 5 años de edad, fueron asaltados en una autopista del centro del país mientras aguardaban la llegada de una grúa que les ayudara a llegar a destino, truncado por una avería mecánica cuando regresaban de sus vacaciones navideñas. Mónica y su marido fueron asesinados en el asalto. Su hija, herida, llorando junto a los cadáveres de sus padres, fue encontrada por un conductor que transitaba la autopista, un par de horas después. El país virtual, el único que transmite algunas noticias bastante cercanas a la realidad, ardió en el dolor de la muerte absurda de alguien con nombre, apellido, fama y una vida de prosperidad rutilante por delante...
Alguien dijo que la suya era la cara de los 25 mil venezolanos fallecidos en 2013 a manos del hampa desbordada. Yo creo que no. La bulla que ha hecho el vil asesinato de Mónica Spears y su marido en todo el país, la que ha levantado el crimen de Chocolate en la comunidad universitaria de Mérida, el dolor que, a una familia recién formada, le ha causado los tiros que recibió Armando y la angustia que a los merideños ocasiona saber que una manada de forajidos está en libertad por decisión propia, no es otra cosa que la muestra más dolorosa de una renuncia: la del gobierno a su responsabilidad cívica más importante. Han fallado en brindarnos a todos la seguridad de saber que regresaremos vivos a casa y eso, aunque hayan algunos que quieran negarlo, es un asunto político. Ellos fallaron en su encomienda más importante. Lamentablemente, somos nosotros los que, por ahora, nos vamos ateniendo a las consecuencias. Vamos a ver hasta cuándo.
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