Sentado frente a mí, peló los ojos y puso fin a una
conversación que empezaba a tener tono de derrota:
-
¿Y por qué no hacemos que pase?
Fue la respuesta más seria que ha soltado su sarcasmo
retrechero que no necesita excusas para que lo quieran. No me permitió ni cinco
minutos de quejas; si yo pensaba que vivía en una ciudad aburrida "en la que nunca pasa nada"
era por no darme cuenta que tenía en mis manos la herramienta para dar vuelta a
la certeza pesarosa. Así empezó todo. En La Culata, dicho sea de paso, empezó
todo.
Soy impaciente. Soy un pozo interminable de impaciencias, me
enferma la espera. Jamás he entendido como fue que escogí este oficio como razón
de vida. Supongo, tengo años repitiéndomelo para entenderme, que lo aguanto porque "cada día comienza
un nuevo idilio”. Cada día, el problema de ayer - aunque no resuelto - da paso
al de hoy convirtiéndose en reto, cosa que me encandila. De haber vivido en la
edad media habría muerto - romántico empedernido - en un duelo. El teatro es un
duelo y yo, me confieso la India Tibaire con mejor suerte; por eso acepté el
guante blanco que Alejandro puso sobre la mesa y ese día regresé a mi auto con
una misión decretada: hacer que pase. Hacer que pase la música, una cantera
inagotable de esta Mérida que sorprende, o hacer que pasen dos horas de algo que nos
despegue las manos del control remoto y los ojos de la cajita negra. Así fue
como Johann Sebastián se nos cruzó en el camino acompañado de músicos
maravillosos en su saber hacer y gente esplendida en su saber acompañar. Después
fue el teatro, génesis de todo. Decía
Cabrujas “no es tomar champagne, que
cualquiera toma” No es hacer música, que cualquiera con un poco de talento
la hace. Es hacer que la música regrese a su origen: el divertimento más allá
del fluxecito gris y el collar de perlas. Es hacerla teatralmente rica; es, ni más
ni menos, ponerla en escena. Eso es lo que estamos haciendo a pesar de las equivocaciones
o, tal vez, porque hemos aprendido a equivocarnos con
gracia. Con gracia y con Johann Sebastian, el maestro de maestros, uno de
nuestros favoritos, el Señor de la música. Primero nos asomamos tímidamente a
su oratorio de Navidad y sus aires fueron buen presagio. Después, un par de
cartas nos pusieron en frente de una celebración en toda regla. Queríamos hacer
el “doble” de Bach para que Alejandro se sacara su espina y, en el camino, me
encontré con las cartas del genio. Resulta que el baile con el poder tiene
trescientos años siendo igualito. Había que atreverse a darle vida a ese baile,
contando sus cartas. Así, una vez más, comenzó un nuevo viaje: a las entrañas
de lo mas BACH de BACH, lo más “guataca” del pana Johan Sebastian. Un tiempo
intensivo de estudio que no pudo ser mas largo y así, en una conversación
madrugadora, nació BACHIANOS.
El día que terminé una versión más o menos definitiva del guion de BACHIANOS, cerca de las once de la noche, sonó el teléfono. Era la segunda o tercera llamada del día de mi amigo CHEO VAISMAN, uno de las mentes más brillantes que ha conocido la música en Venezuela; a su pregunta de ¿Qué estás haciendo? Le conté, con timidez, mi proyecto y le pedí ayuda. Cheo, que andaba con la vena generosa ese día, me dijo que se lo mandara para echarle un ojo, cosa que hice inmediatamente. Él lo recibió y me volvió a llamar. Estuvimos, él en su computadora y yo en la mía, escudriñándolo hasta pasadas las dos de la mañana. Yo explicaba, Cheo replicaba. Yo decía, Cheo me hacía ver las dificultades. Yo contaba, Cheo me regañaba. Juntos nos reíamos como siempre, y juntos aprovechamos para hacer “fiesta” de mi idea, a costa de algunas vacas sagradas. Como siempre. Fue Cheo el que recomendó el orden del repertorio (que he conservado casi igual) y fue él quien hizo una promesa, hoy convertida en mueca de tristeza
El día que terminé una versión más o menos definitiva del guion de BACHIANOS, cerca de las once de la noche, sonó el teléfono. Era la segunda o tercera llamada del día de mi amigo CHEO VAISMAN, uno de las mentes más brillantes que ha conocido la música en Venezuela; a su pregunta de ¿Qué estás haciendo? Le conté, con timidez, mi proyecto y le pedí ayuda. Cheo, que andaba con la vena generosa ese día, me dijo que se lo mandara para echarle un ojo, cosa que hice inmediatamente. Él lo recibió y me volvió a llamar. Estuvimos, él en su computadora y yo en la mía, escudriñándolo hasta pasadas las dos de la mañana. Yo explicaba, Cheo replicaba. Yo decía, Cheo me hacía ver las dificultades. Yo contaba, Cheo me regañaba. Juntos nos reíamos como siempre, y juntos aprovechamos para hacer “fiesta” de mi idea, a costa de algunas vacas sagradas. Como siempre. Fue Cheo el que recomendó el orden del repertorio (que he conservado casi igual) y fue él quien hizo una promesa, hoy convertida en mueca de tristeza
-
A lo mejor aparece Cheo Vaisman al
final haciéndote los honores en un clavecín andino…
La producción comenzó, reclutamos un grupo maravilloso de
músicos y Alejandro Dávila, mi alter ego en ATREZZO PRODUCCIONES,
favorito de mi corazón, se esmeró en hacer un trabajo musical digno del
maestro. Se nos unió Harald Simon, un alemán experto en música barroca de paso
por esta Mérida que adora (al que cuesta mucho entenderle sus instrucciones en
ese castellano alemán tan divertido que habla) y salieron poco a poco los
conejos de la chistera. Un día, apareció una capilla cerrada desde hace dos años. Es la CAPILLA DEL SAGARADO
CORAZON DE JESUS, o la Capilla de los Tres Ángeles, una hermosísima capillita
del centro de Mérida, en la que escuché muchas misas y adormecí muchas penas.
La misma capilla historiada en la que, según dicen, a Simón Bolívar lo hicieron
“oficialmente” Libertador. Esa capilla cerrada se abrió para el genio de BACH
por obra y gracia de una monjita simpatiquísima a la que le encanta escuchar sus disquitos de vez en cuando
(y los escucha, me consta, en un antiguo “picó” escondido en su recámara del
ancianato en el que presta servicios). En un millón de “abrires y cerrares” de
ojos, BACHIANOS estaba hecho realidad: “BACHIANOS,
Celebración para un genio”, el
segundo espectáculo de ATREZZO PRODUCCIONES. La segunda vez que me atrevo a
romper el exilio de mis días teatrales, la renuncia feliz a aquel presagio antipático
de uno de los grandes, según el cual, “sus
días en el teatro venezolano, han terminado, Sr. Liendo”. No era verdad. No
era pecado, diría Cheo…
Este viernes 29 sabré que no era verdad. Estrenar siempre me pone de estreno. Siempre me pone los nervios de punta, siempre me produce una zozobra infinita, siempre me llena de los fuegos del infierno. Estrenar, siempre me dice que no me equivoqué en la vida, que he sido un privilegiado. Estrenar siempre me arrecia las alegrías y me enfrenta a los temores más oscuros.
Todo está a punto porque he tenido la suerte de contar con un equipo maravilloso de músicos: ARS NOVA CUARTETO que une el dominio de sus artes al talento extraordinario de YURI RODRIGUEZ, ANDRES TELLEZ, LUIS ALFONSO RODRIGUEZ, SEBASTIAN NEW, ALEJANDRO DAVILA, las voces privilegiadas de TEMIX ALBORNOZ y ANDREA GUERRERO y el genio actoral de ese estupendo descubrimiento que es FERNANDO PACHANO; A quienes HARALD SIMON, el catire que vino de Bavaria, les arrancó lo mejor de sí.
La verdad, es que no hay nada como hacer música de iglesia en una iglesia. Hoy la hacemos con el dolor de no ver realizada la promesa de Cheo a quien, hace un mes, un infarto nos privó de tenerlo entre nosotros “haciendo los honores en un clavecín andino”. El clavecín, silente, hará entonces los honores de su memoria y él estará por ahí, aplaudiendo el buen hacer y acompañándonos…
Va por ti, amigo de mi alma toda….
Este viernes 29 sabré que no era verdad. Estrenar siempre me pone de estreno. Siempre me pone los nervios de punta, siempre me produce una zozobra infinita, siempre me llena de los fuegos del infierno. Estrenar, siempre me dice que no me equivoqué en la vida, que he sido un privilegiado. Estrenar siempre me arrecia las alegrías y me enfrenta a los temores más oscuros.
Todo está a punto porque he tenido la suerte de contar con un equipo maravilloso de músicos: ARS NOVA CUARTETO que une el dominio de sus artes al talento extraordinario de YURI RODRIGUEZ, ANDRES TELLEZ, LUIS ALFONSO RODRIGUEZ, SEBASTIAN NEW, ALEJANDRO DAVILA, las voces privilegiadas de TEMIX ALBORNOZ y ANDREA GUERRERO y el genio actoral de ese estupendo descubrimiento que es FERNANDO PACHANO; A quienes HARALD SIMON, el catire que vino de Bavaria, les arrancó lo mejor de sí.
La verdad, es que no hay nada como hacer música de iglesia en una iglesia. Hoy la hacemos con el dolor de no ver realizada la promesa de Cheo a quien, hace un mes, un infarto nos privó de tenerlo entre nosotros “haciendo los honores en un clavecín andino”. El clavecín, silente, hará entonces los honores de su memoria y él estará por ahí, aplaudiendo el buen hacer y acompañándonos…
Va por ti, amigo de mi alma toda….
No hay comentarios:
Publicar un comentario