
Uno de los problemas, entre mil otros, que la oposición enfrenta en el intento de restablecer algún tipo de orden en el malogrado expais nuestro, es que estamos decididamente empeñados en convertir a otro (s) en salvador (es) de la patria, para aplaudir entusiasta cualquier cosa que diga (n) o haga (n), tener a quien echarle las culpas y continuar viviendo como borregos en otros pastos. Sin entender que nuestro líder está dentro de nosotros, en Mérida por lo menos, hemos dado ese puesto al “movimiento estudiantil” y me temo que podría pesarnos.
Hoy, el movimiento sindical y la FVM organizaron una marcha para exigir justas reivindicaciones salariales. Convocada para las 9 a.m., el evento estaba abierto a todo el que quisiera participar. A la hora convenida, un grupo muy escaso de personas estábamos en el sitio de concentración para palear la eterna impuntualidad del venezolano. Organizados y casi listos para salir, como a las 10 y media, se nos dijo que aguardábamos por “los estudiantes”. Un grupo al que hemos convertido en vedette de cuanto acto organiza la oposición. Esperamos hasta que, con casi dos horas de retraso, irrumpió en los alrededores de la plaza, con escándalo digno de mejor causa y bajo el mando de la presidenta de la FCU-ULA, una cantidad pequeña de muchachos a quienes era imposible adivinarles la intención. Armados de cuanta cosa puede hacer ruido (que no está mal, tal vez de eso se trata) y de no tan clandestinas botellas, los aguerridos estudiantes de nuestra universidad, decidieron que hoy, quizás porque la marcha no era convocada por ellos, había que robar protagonismo y, literalmente, se adueñaron de la cosa, más para perjuicio que para apoyo. Me ubiqué detrás de ellos por tiempo suficiente para escucharlos burlarse tanto de la marcha como de nuestra muy tradicional Paradura de Niño, (ceremonia sagrada para los merideños), y de allí en adelante, hacer todo tipo de desastres para demostrar que ellos, en cantidad realmente innecesaria, “están con la causa”.
Podría extenderme por cuartillas hablando de las foto-poses, los chistes destemplados, el ánimo de rumba y el exceso de inconsciencia de nuestro “movimiento estudiantil”, pero prefiero no hacerlo. Salí de esa marcha realmente decepcionado. Ya una vez, hace mucho tiempo llame la atención de Yon Goicochea, entonces en el apogeo de su fama, cuando en un acto en el aula magna de la ULA, tuvimos que esperar pacientemente que todas las chamas que quisieran, se tomaran fotos con él, como si de Brad Pitt se tratara. Esta mañana sentí la misma desazón. O los estudiantes entienden que su lugar en esta cosa es equivalente al de los obreros, los trabajadores, las amas de casa, los profesores y el largo etcétera de descontentos, o vamos a tener que empezar a aclararles que, en esa tónica de saboteo y desorden, hay algunos que no los queremos cerca.
Lo siento mucho; pero, si el movimiento estudiantil es eso que esta mañana atropellaba personas, insultaba la policía (esa consigna de “el que no estudia, a policía va a parar”, es lo más ofensivo que he escuchado en toda mi vida) y obstaculizaba, con su gritería estéril, las intervenciones de los oradores convocados; yo prefiero mantenerme en mi casa, sólo.
Con todo respeto y compartiendo su molestia, contradigo su desánimo. Es gente con su capacidad crítica que debe permanecer en las marchas. Ésta, reducida y desorganizada como fue, tuvo una representatividad amplia en cuanto hubo amplia variedad de sectores marchando. Por otra parte, amigos que preguntaban "cómo estás?" recibía mi respuesta: "Estoy bien porque no me quedé en casa." la solución no es retirarse al silencio. B. Moncada
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