"El pesimista se queja del viento, el optimista espera que cambie, el realista ajusta las velas."
William George Ward
Se muy poco de política. Mucho menos tengo alguna noción de estratega; además, últimamente ando corto de sentido común; de modo que, cada vez que alguien me monta una inteligentísima conversación sobre el futuro del expaís, me aterra pensar que soy un fascista descarado y me siento merecedor de los infiernos.
Es inevitable. La sensación de habernos convertido en cómodos expectantes de unas elecciones que nadie sabe como vendrán y, en el intento, haber abandonado la cotidianidad que implica una reconstrucción adelantada, me tiene francamente preocupado; básicamente porque no estamos viendo los errores y de momento justificamos cosas tan injustificables como que un diputado opositor protagonice una golpiza en la Asamblea Nacional y pocos días después, todos lo hayamos olvidado perfectamente.
Fue un acto bochornoso, un hecho que de haber sucedido en un país serio, habría traído consecuencias lamentables para sus protagonistas. Un hecho que, sin embargo, aquí ha sido utilizado para decir unas cuantas tonterías en cada lado y, a menos de una semana, ha sido sepultado en el silencio de las cosas molestas. Nadie se fijó en la trampa. Nadie se dio cuenta que esa y muchas canalladas más, tienen un claro propósito debilitador que nos sobrepasa; por eso, cuando lo justificamos, o cuando decimos con toda seriedad que, muy pronto, el sabanetero devolverá la famosa Ley Habilitante y eso nos impide hablar con inteligencia y precisión sobre las leyes que VERDADERAMENTE nos ponen en riesgo; o cuando nos sentamos cual penitentes a escuchar sandeces por casi 8 horas, o hacemos denuncias sin tener casos armados o pregonamos a los cuatro vientos que somos perseguidos, no estamos haciendo nada distinto a montarnos en el carro que ELLOS quieren que nos montemos para contribuir a devaluar calladamente la misma oposición que, hace poco, tenia posiciones críticas frente a calamidades reales que no se resuelven con “a la salida nos vemos” , y seguramente tampoco se solucionarán con la salida del sabanetero; pero podrán atenderse con mejor ánimo, a menos que decidamos entrenarnos para meter en un tobo de Vicki Vicki las mismas camisetas rojas.
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