Después de 4 meses y medio padeciendo las incomodidades de un
estacionamiento llamado a sospechas, las buenas intenciones del mecánico que me
produce confianza suficiente y los avatares de la nueva vida, el viejo Fiat
Tempra que esta familia de propiedades compartidas me ha dado como herencia,
volverá remozado a casa. Es un auto viejo, un poco desvencijado y sin ningún
lujo, pero ha sido utilísimo para enseñarme un poco de resignación ante las
graves dificultades que entraña comprar un auto en estos tiempos post
gigante y palear un poco esa cosa rara en que se ha convertido esta ciudad,
en la que salir a la calle es una amenaza de auto suicidio a manos de buseteros, mototaxistas y otras delicias del
paisaje urbano, que cada día es mas chévere, según dice Izarra, el ministro.
Los problemas (con el
Tempra) empezaron en los primeros días de febrero. En realidad estaban por ahí
desde hace rato; siendo un auto tan
viejo casi es normal que padezca de ciertos inconvenientes, dispuestos a
hacerme saber que quiere negarse a seguir con vida. No lo culpo, no debe ser fácil
asumir que tu destino es las calles de Mérida y sus ignominias. Un ruido aquí,
otro por allá y algunas negativas a responder los buenos días con el ronroneo
del motor, prendieron la alarma. Una conversación
con Rubén (el mecánico devenido en "compadre
del alma/mi rey") arregló una cita en su taller para el 13 de febrero.
Pero - así-son-las-cosas-cuando-son-del-alma - el día antes, el país decidió
encenderse por sus cuatro costados y sepultar todos los planes en el mientras
tanto de las barricadas. Mi carrito, estacionado como buenamente pudo en la
soledad del estacionamiento de mi
edificio, tuvo que enfrentar, entre
otras cosas, las intransigencias de una "señora del condominio"
dispuesta a cualquier medida de fuerza,
propia de estos tiempos, para recordarme, a mí, que a ella no le parece bien un carro parado ahí por tanto tiempo...acaso
yo creo que este edificio es chivera? (A propósito, no, no creo que este
edificio es chivera, pero este es mi puesto de estacionamiento, por el que yo
pagué hace siglo y medio y no lo está ocupando una chatarra, ni más faltaba) y
alguna otra afrenta: robo y reposición de batería por ejemplo, laceraciones de
piel, por ejemplo.
Finalmente, amaneció el día. Levantadas las trincheras de la libertad, mi pana Rubén me advirtió que llegado estaba el momento para meterle mano al carro e ingenuo de mi, me dispuse a echarle ganas a la reparación vehicular para convertir mi vida en un insolito periplo de miserias y humillaciones que solo se justifica en el NO HAY del siglo XXI. ¿Han pensado ustedes que vivirían para ver el día en que un repuesto-pa'l-carro se fabrica, no se compra? Hey....wake up and smell the coffee....
No. No pienso revelar cuánto me costó anillar el motor, ajustar el radiador y cambiar el árbol de leva, tampoco pienso decir en cuanto aumentó el presupuesto que, ya en febrero, me pareció muy alto. Mi seguridad personal no me permite hablar de billetes de monopolio. Sencillamente informo que mis planes para el verano (embromados de todas formas por razones ajenas a la voluntad de mi agente de viajes) reposan ahora en el cementerio de la recapitalización imposible.
Esta tarde se acabará el brinco entre semáforos y las largas caminatas de mi asueto automotor. Es posible que mis piernas entrenadas y el grosor de medio cuerpo resientan el cambio. Lo que no sé es por cuánto tiempo mi sistema nervioso, debilitado por razones obvias, mantenga viva la alegría de me entregaron el carro.....los mantendré informados.
Finalmente, amaneció el día. Levantadas las trincheras de la libertad, mi pana Rubén me advirtió que llegado estaba el momento para meterle mano al carro e ingenuo de mi, me dispuse a echarle ganas a la reparación vehicular para convertir mi vida en un insolito periplo de miserias y humillaciones que solo se justifica en el NO HAY del siglo XXI. ¿Han pensado ustedes que vivirían para ver el día en que un repuesto-pa'l-carro se fabrica, no se compra? Hey....wake up and smell the coffee....
No. No pienso revelar cuánto me costó anillar el motor, ajustar el radiador y cambiar el árbol de leva, tampoco pienso decir en cuanto aumentó el presupuesto que, ya en febrero, me pareció muy alto. Mi seguridad personal no me permite hablar de billetes de monopolio. Sencillamente informo que mis planes para el verano (embromados de todas formas por razones ajenas a la voluntad de mi agente de viajes) reposan ahora en el cementerio de la recapitalización imposible.
Esta tarde se acabará el brinco entre semáforos y las largas caminatas de mi asueto automotor. Es posible que mis piernas entrenadas y el grosor de medio cuerpo resientan el cambio. Lo que no sé es por cuánto tiempo mi sistema nervioso, debilitado por razones obvias, mantenga viva la alegría de me entregaron el carro.....los mantendré informados.
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