
El resultado de esa especie de torbellino informativo es, al día de hoy, una duda enorme y una gran confusión. Cosas, que dicho sea de paso, no son ni malas ni buenas, sino todo lo contrario y coinciden con el espíritu mismo de las elecciones primarias de la Unidad Democrática.
A ver, yo estaba absolutamente decidido a darle mi voto, en las primarias, a Henrique Capriles Radonsky. Me parece un tipo eficiente, trabajador, honesto y dispuesto a poner su mejor esfuerzo al servicio de todos: los excluidos, los incluidos y los que eso no les preocupa mucho. De él echo en falta una mejor preparación académica y un discurso político de mayor nivel, así como esa cierta propensión suya a ser el gallito de pelea de nuestra democracia. Pero, me gusta. Lo veo como buen contendor, lo veo como presidente. Antes, lo veía como única opción. Ahora, se me cruzó Diego Arría y estoy completamente indeciso.
¿Por qué? Muy sencillo: Arría ha presentado una propuesta clarísima de transición que básicamente coincide con lo que yo creo que debe ser, y además parece tenerla más diseñada y pensada que todos los demás. Arría promete ser el Gerente de un proceso que todos sabemos será inmensamente difícil y lo mejor es que su promesa incluye hilvanar el asunto y retirarse elegantemente para permitirle a otro demócrata terminar de coger las bastas. Eso realmente seduce. Saber de antemano que el aspirante, cualquiera que sea, no anda con ganas de instalarse en La Casona a envejecer y maltratarnos, es una ventaja a la que pocos podemos resistirnos. Pero, además también promete enfrentar la impunidad, rescatar negociaciones que serán indispensables, cobrarse algunas facturitas en nombre de todos y plantarle cara al desorden revisando hasta el más pequeño papel que caiga en la estampida. Nadie, sino él, sabe como va a hacerlo y la tarea, titánica, se nos antoja imposible; pero al menos, el suyo es un plan de gobierno, concreto y bien contado que ningún otro candidato ha presentado.
Eso fue lo que me dio por pensar anoche después de su aparición en TV. Y eso es lo que quiero decir; no estoy mandando a nadie a votar por Diego Arría, pues todavía no logro sacarme de la cabeza su pasado adeco y sus veleidades de playboy de vida pública y no se si yo seré capaz de darle mi voto en el momento final. Lo que si estoy, es defendiendo su propuesta y por lo tanto, confesando mi miedo a que no le votemos y terminemos perdiéndonos de un gerente con las cosas claras. Aun conservo un espacio para creer que Capriles puede hacerlo muy bien, también; pero, siento que las distancias se están cortando.
Es una decisión muy difícil y a ella, vamos a tener que enfrentarnos. Quería simplemente recordarle a todos, que de nuestra decisión depende el futuro; así que vamos a escucharlos atentamente y pensarlo muy bien. Puede que por una vez hagamos las cosas bien hechas. Ojala.
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