Menos mal que tenemos estos ratos y
los de hambre…¿Habrá alguien que pueda explicar cómo es que este moreno
asomado, logró pararse por más de tres horas, moviendo las manos sin sentido, mientras
a su lado lo más granado y lo más florido del poder planetario se dedicaba a
decirle a Nelson Mandela, (bueno, mejor dicho a su cadáver, a la familia y a
todo el que tiene un televisor aunque se lo haya robado) lo mucho que lo
queremos y la falta inmensa que le va a hacer al mundo civilizado? – al incivilizado
mucho mas, pero esos no vamos a notarlo –
Sucedió y tiene denominación de
“guinda de postre” en el funeral de estado, o mejor dicho, ceremonia de
despedida, que el pueblo y gobierno de Suráfrica dedicaron a Madiba el martes
pasado y en el que sobraron anécdotas, metidas de pata y pequeñas noticias que
más cabida tienen en la prensa rosa, si no se hubiese tratado de la más grande
concentración de eso que ahora llaman líderes
mundiales, realizada de manera más o menos espontanea, en el último pocotón
de años. Nada puede - ni podrá jamás - opacar
al “intérprete” de lenguaje de señas que, hemos descubierto, ni es intérprete
ni es nada que se le parezca, no habla lengua de señas y ni siquiera tiene otra
discapacidad distinta a un tostón de altos niveles (Diagnosticado, y me
perdonan). Resulta que una compañía de protocolo, ahora desvanecida por los
aires sin haber dejado rastro, ofreció los servicios de un intérprete de señas
para que el funeral, retransmitido al mundo mundial, tuviera la prestancia esa
que da ser tan modernos como para poner en la esquinita de abajo de la tele, a
un señor o señora a mover las manos rapidísimo para traducirle (al que no puede
escuchar) lo que dice la gente. La agencia en cuestión, como si fuera
bolivariana, ofreció el precio más bajo y, contraviniendo todas las
convenciones mundiales al respecto que dicen, entre otras cosas, que un intérprete
de lengua de señas no puede permanecer más de 20 minutos continuos en el merequetengue
– quedará agotado, digo yo - puso a su
afroamericano tan bien vestido, nada más y nada menos que al lado del micrófono
donde iban a hablar los más duros del poder universal y le dijeron: Musana, tu fájate….era falso (y por
favor, vayan a ver el video, el tipo pasó TRES HORAS o más, haciendo
exactamente la misma seña, sin rastro de cansancio alguno) el intérprete de
señas contratado por los organizadores del evento, era de embuste; es más,
mucho peor para la seguridad de los que llegaron a la tarima, era un señor
esquizofrénico que estaba oyendo voces distintas a las de Obama cuando Obama leía
uno de sus discursos estrella. ¿Qué les parece? ¿Y si esa voz le hubiera dicho:
Musana, apriétale el cuello y sal de ese
negro?...chico, ¿no tendrá Raúl que ver con eso?
Después de ese detalle, ¿a quién le importa que Barack Obama haya pasado horas tomándose fotitos del mennage a trois que armó con David Cameron y la Primera Ministra Danesa, para furia de Michelle que le torció los ojos hasta que le supo a bueno? (después se supo que ella estaba en el ajo, pero que aun así, mi negro se fue de maraca y tuvo que poner la otra fotito: la del besamanos a la esposa con cara de cuaima batida). ¿A quién le importa?, sigamos, los besos de piquito entre la viuda Graca Mandel y Winnie, la ex esposa acusada de todo menos bonita, que pasaron por costumbre de viudas africanas, e incluso, ¿a quién demonios le importa el apretón de manos famoso? (si, el mismo, Raúl y Barack, de nuevo) que agarró desprevenido al carcamal del Caribe. ¿Y la espada de Bolívar? que ya debe haber salido a venta en el EBay surafricano (por cierto, como ha dado de sí la famosa espada, olvídense de la espada del Jedi, que la de aquí, ha servido para lo bueno, lo malo y lo feo, sobre todo lo feo de la alerta que camina) ¿A quién le importa?
Es que no gana uno para sorpresas. Como si no fuera suficiente con el zafarrancho que tienen armado los hijos y nietos de Madiba, para exprimirle beneficios al nombre que Dios les dio y por el que no han hecho absolutamente nada bueno, ahora resulta que muerto el santo varón de Suráfrica, los que tenían la obligación de honrar su memoria, no han hecho sino llenarnos las honras fúnebres de calor surafricano, el cual, visto lo visto, no tiene nada que envidiarle a honras fúnebres de menos calado, invitados de segundo orden y un poco menos de zaperoco mediático.
Cosas veredes, ¡mi negro!
Después de ese detalle, ¿a quién le importa que Barack Obama haya pasado horas tomándose fotitos del mennage a trois que armó con David Cameron y la Primera Ministra Danesa, para furia de Michelle que le torció los ojos hasta que le supo a bueno? (después se supo que ella estaba en el ajo, pero que aun así, mi negro se fue de maraca y tuvo que poner la otra fotito: la del besamanos a la esposa con cara de cuaima batida). ¿A quién le importa?, sigamos, los besos de piquito entre la viuda Graca Mandel y Winnie, la ex esposa acusada de todo menos bonita, que pasaron por costumbre de viudas africanas, e incluso, ¿a quién demonios le importa el apretón de manos famoso? (si, el mismo, Raúl y Barack, de nuevo) que agarró desprevenido al carcamal del Caribe. ¿Y la espada de Bolívar? que ya debe haber salido a venta en el EBay surafricano (por cierto, como ha dado de sí la famosa espada, olvídense de la espada del Jedi, que la de aquí, ha servido para lo bueno, lo malo y lo feo, sobre todo lo feo de la alerta que camina) ¿A quién le importa?
Es que no gana uno para sorpresas. Como si no fuera suficiente con el zafarrancho que tienen armado los hijos y nietos de Madiba, para exprimirle beneficios al nombre que Dios les dio y por el que no han hecho absolutamente nada bueno, ahora resulta que muerto el santo varón de Suráfrica, los que tenían la obligación de honrar su memoria, no han hecho sino llenarnos las honras fúnebres de calor surafricano, el cual, visto lo visto, no tiene nada que envidiarle a honras fúnebres de menos calado, invitados de segundo orden y un poco menos de zaperoco mediático.
Cosas veredes, ¡mi negro!
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