Definitivamente, es un tema tan largo, tan complicado y de tan
grande interés, que dedicarse a hablar de esto a vuelo de pájaro, lo único que
lograría es enredar las cosas. Puede que mi visión sea muy ingenua, puede que
yo no sea capaz de ver el problema en profundidad y puede que yo esté
equivocado (para los radicales es muy seguro que lo estoy) pero, pienso
continuar ahondando la mirada que le doy al tema de la reforma
educativa. Tres puntos más de la propuesta que tiene a todo el mundo
crispado, que espero contribuyan a brindar tanto información como
argumentos para defender una posición u otra. Veamos:
El
currículo bolivariano y el Plan de la Patria: Es posiblemente, la arista
más difícil y menos complaciente de esta anunciada reforma. Es también, cómo
no, la que debe tomarse más en consideración. Ciertamente, parece existir la
intención de adecuar el currículo académico de nuestras escuelas básicas a lo
que llaman el Plan de la Patria, es decir, el enredo comunista en que se basa
la mal llamada revolución. Doctos análisis han circulado sobre este tema.
Yo quiero remitirme a tres aspectos fundamentales: Los libros que, según el
decir de los detractores de la medida, servirán de guía a la formación de
nuestros muchachos, aparentemente, contienen numerosos llamados a la violencia,
numerosas menciones a Fidel Castro, ejercicios de matemáticas que refieren al
alumno a compras en Mercal o Misiones y otras inexactitudes varias. Hasta
ahora, lo máximo que puedo decir sobre el tema, es que en ninguno de los libros
revisados, he conseguido una sola de las páginas cuyas fotografías han llenado
las redes sociales. El libro de matemáticas es muy malo porque, entre otras
cosas, no contiene ejercicios de ningún tipo. Pero no por adoctrinador. No es
el caso del libro de Sociales, (Historia, vale decir) que es el más
peligroso ya que contiene una versión muy edulcorada e imprecisa de la
historia contemporánea, convirtiendo al difunto en el padre sin mácula y a sus
antecesores (cuando los nombra) en personajillos de reparto que no tienen
importancia alguna. Según este libro la historia contemporánea de Venezuela
empieza en 1999. Ese libro debería quemarse en plaza pública junto a todos los
ejemplares de la Constitución Nacional que, devenida en catecismo gráfico del
chavismo, forma parte de la colección Bicentenario. Ahora bien, es potestad de
la escuela hacer uso, o no, de estas infames colecciones y en ese tema, es preferible
no entrar por ahora. Baste decir que en el caso de la Constitución Nacional, lo
verdaderamente grotesco son las numerosas imágenes del difunto, casi en trance
de ser elevado a los altares; lo demás es el texto simple y puro de la
Constitución Nacional. Bien se podría obviar el contenido gráfico.
El currículo
en sí mismo: Una de las
amenazas, o de los puntos álgidos de esta discusión, es precisamente el
referido al diseño de un nuevo currículo educativo que une materias
convencionales convirtiéndolas en áreas de enseñanza. Yo pertenezco a un
modelo educativo donde ese sistema se implementó hace 8 o 9 años, con mucho
éxito. Es decir, se incorporaron áreas de conocimiento completamente novedosas
(como educación para el trabajo, emprendimiento, manejo de conflictos,
creatividad) y se replantearon los contenidos que corresponden estrictamente a
materias “de toda la vida” (Ciencias incluye física, química y biología, por
ejemplo) mientras que se reforzaron áreas como lengua (entendida como la
formación en el área de lectura y escritura del idioma castellano, la
excelencia en el manejo de las reglas de nuestra lengua y la enseñanza de
idiomas) matemáticas y tecnología. Paradójicamente, y a esto muy poca
gente se ha referido, esta es la propuesta curricular propuesta una vez por el
Ministerio de Educación. ¿Qué tiene de malo?
El docente: es la base de toda la discusión. Es
imposible que un docente enseñe en su clase algo que no es verdad. Si lo hace,
merece ser execrado inmediatamente. Es un asunto ético. Si a usted le dicen,
como docente, que el ama de cría de Simón Bolívar era cubana (como dicen que
dice uno de los libros de historia del siglo XXI) y usted sabe que no es
verdad, usted no tiene derecho alguno a enseñarle esa patraña a sus
alumnos. Punto. Lo que quiero decir, es que el adoctrinamiento (si es que
esa es la propuesta gubernamental) responderá siempre a la ética del docente.
Si un docente cree que no le hace daño a sus estudiantes poniéndolo a hacer
planas en las que dice “Yo quiero ser miliciano bolivariano y defender la
revolución” entonces ese docente, suceda lo que suceda, no dejará jamás de
dañar a sus estudiantes. Tal y como no dejará de hacerlo el profesor depredador
o el pederasta. Prestarse a prácticas ideologizantes en el aula de clases, para
congraciarse con el régimen, es oprobioso y eso no tiene vuelta de hoja.
Dependerá del alumno aceptar semejante violación a sus derechos fundamentales y
dependerá de los padres evitar que eso suceda. Pero, ¿qué pasa con aquellos
padres que creen que ideologizar a sus hijos en el credo único del comunismo es
lo correcto? ¿Seremos capaces de cambiarles ese paradigma?
Entonces, la
implementación de una reforma educativa, como instrumento académico que permita
el adoctrinamiento de nuestros hijos es responsabilidad de padres y
representantes, quienes tienen, de todos modos, la obligación de velar por la
calidad de la instrucción que sus hijos reciben en la escuela. No hay
ley, no hay procedimiento administrativo, no hay protesta o pancarta que valga,
si usted, como padre, no se ocupa directamente de la educación de sus hijos.
Con o sin gobierno comunista.
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