Seguramente porque se trata de un tema que me toca muy de
cerca, la educación, o mejor dicho, la instrucción que reciben los niños
venezolanos en los institutos educativos a que asisten, es un asunto que me
causa la más profunda preocupación; el por qué casi es obvio, voy a responderlo
por si acaso alguien todavía tiene dudas frente a mi afirmación: Porque no
sirve para nada. Hecha esta afirmación, que deja muy mal parados,
desgraciadamente, a la mayoría de mis colegas y a la educación que yo mismo recibí
y de la que estoy muy orgulloso, entro a hacer algunas afirmaciones tan
preocupantes como la de arriba, para ver si - en un primer acercamiento - empezamos
a entender el espororo que tenemos
armado ante las amenazas de un proceso reformador de nuestra educación básica
con fines infernalmente ideologizantes y adoctrinadores. Es, a que dudarlo, el tema del momento.
Ciertamente, el peligro más grave que tiene la formulación de
una nueva ley de educación en la Venezuela del siglo XXI es, precisamente, la
certidumbre histórica de que la educación ha servido a todos los regímenes
dictatoriales comunistas para convencer las generaciones que van formando, de
las bondades de un sistema de gobierno que en realidad carece al completo de
ellas. En Venezuela, además, este riesgo aumenta por varios factores conexos:
el hecho de que este régimen dictatorial se sustenta en la existencia de un
fantasma que se nombra a diestra y siniestra, el desorden en que se envuelven todas
las decisiones que se toman desde el alto gobierno y la incapacidad absoluta de
poner en funcionamiento algo que le sirva de algo a la nación venezolana; por
lo tanto, si algún riesgo corren nuestros niños, el de convertirse en víctimas
de ese desolador panorama, no es como para dejarlo pasar de largo. No obstante,
la reacción de un sector nada despreciable de la sociedad ante una amenaza
surgida de los institutos en que estudian sus hijos, me parece en esta
oportunidad, desproporcionada y hecha, una vez más, a partir del mero impacto
emocional que tiene la frase “con mis
hijos no te metas”. Por lo tanto, me parece (y esta opinión la mantengo a
riesgo de ser tomado por ingenuo u oligofrénico) que se hace imperativo
intentar comprender los significados reales de esta crisis, después de un análisis hecho desde un juicio desmedidamente neutral (que será publicado en tres entregas) de lo que está sucediendo. Veamos:
La Consulta de la Calidad Educativa: El instrumento que hizo sonar las más rojas alarmas consiste en un cuestionario enviado tanto a docentes, como a alumnos de los diferentes centros educativos de la nación, con el fin de medir (o interpretar) lo que ambos grupos, beneficiarios o padecedores del asunto educativo en primera instancia, piensan del actual modelo educativo. Bastó y sobró. Fieles a ese extraño credo que predica el desconocimiento total de cuanta iniciativa de consulta surja desde las alturas del poder, un sector importante de la sociedad ha considerado que esta vez, el régimen ha llegado demasiado lejos. En realidad no es así. Para empezar, las encuestas son anónimas y no contienen ni una sola pregunta de tipo personal, tal como dónde trabaja su padre o cuánto gana, o en qué tipo de casa vive usted, ni cosa por el estilo. Las preguntas de la encuesta son: para el personal docente, 30 preguntas agrupadas en 10 temas “generadores” que, más bien, brindan al docente una oportunidad de oro para expresar todo lo malo que el actual sistema educativo posee. Yo sé lo que estoy diciendo, yo la respondí gustoso. Es un instrumento para el debate, es una herramienta para enrostrarle claramente al Ministerio de Educación su rampante fracaso en la materia. La única razón para no responderla, y me perdonan, es pertenecer al grupo de los que sostienen que con dictadores no se habla. Igualmente sucede con la encuesta de los alumnos, se trata de un simple cuestionario anónimo, contentivo de 7 preguntas diseñado, no sé si por error, para darle al alumno la posibilidad de expresar todo lo que NO LE GUSTA de la educación que recibe e incluso, de la que recibirá en el futuro. Hice el trabajo de recopilar las respuestas de los 170 alumnos de la escuela en que trabajo y sistematizar sus respuestas y mi sorpresa fue muy grata. Ante mi, tenía un grupo de estudiantes que desde 1ero a 6to año, tuvieron la valentía de decirnos, a sus docentes y al Ministerio de Educación, que la educación venezolana del año 2014, va en barrena. Nadie les dijo lo que tenían que responder, nadie los aconsejó, ni en una dirección ni en la contraria. Ellos entendieron su oportunidad y la usaron. Eso a mí, como docente y como padre, me alegra muchísimo, me indica que nuestros adolescentes están formándose con criterio crítico a pesar de las adversidades. Entonces, ¿Por qué debo oponerme a que se expresen?
La Resolución 058: Aprobada hace más de dos años por la Asamblea Nacional, es un instrumento legal que sencillamente apuesta a la ineficiencia idiosincrática del venezolano. Yo estoy seguro que tal como está concebida, es imposible de aplicarse. De lo que no puedo estar seguro es que ellos se hayan dado cuenta. Básicamente consiste en una disposición, (ignorada en su momento) que persigue lo mismo que cualquier otro instrumento legal emanado de las fauces del régimen: crear el mayor caos posible en el proceso de dirección y toma de decisiones de cualquier institución medianamente funcional. Entre sus muchas lindezas, establece por ejemplo, que el manejo de una escuela, desde la contratación del personal obrero, hasta las decisiones en materia de evaluación, disciplina o contenido curricular, se tomarán en común acuerdo entre representantes de los colectivos que hacen vida en una escuela, a saber, padres, representantes, alumnos, docentes, equipo directivo, personal obrero, personal administrativo y comunidad a la que pertenece la escuela, representada en este caso por el consejo comunal respectivo (un factor externo a la escuela, completamente). Pues bien, solo la idea no ha logrado ser entendida a cabalidad por ninguna escuela de este país. Imagínese usted lo que significa ponerla en práctica: tienen dos años y medio intentándolo. No conozco ninguna institución que haya conseguido hacerlo. Como anécdota debo contar que en Mérida, la oficina correspondiente a la resolución 058 de la Zona Educativa no se encuentra en funcionamiento, como retaliación al tiempo excesivo que muchas escuelas han tomado para “ponerse a derecho”. Aun en toda su peligrosidad, que reconozco, la famosa resolución 058 es tanto una contradicción como un despropósito de proporciones épicas ante el cual lo mejor que podríamos hacer es guardar silencio. Aquellos directores de escuela con suficiente liderazgo – que los hay – y suficiente compromiso ético, se bastarán a sí mismos para detener el alcance de esta medida incomprensible. De todos modos y para tranquilidad de muchos, deberíamos luchar por su derogación, pero con argumentos sólidos tan sencillos como que una escuela, cualquiera que esta sea, no puede manejarse de forma tan díscola.
La Consulta de la Calidad Educativa: El instrumento que hizo sonar las más rojas alarmas consiste en un cuestionario enviado tanto a docentes, como a alumnos de los diferentes centros educativos de la nación, con el fin de medir (o interpretar) lo que ambos grupos, beneficiarios o padecedores del asunto educativo en primera instancia, piensan del actual modelo educativo. Bastó y sobró. Fieles a ese extraño credo que predica el desconocimiento total de cuanta iniciativa de consulta surja desde las alturas del poder, un sector importante de la sociedad ha considerado que esta vez, el régimen ha llegado demasiado lejos. En realidad no es así. Para empezar, las encuestas son anónimas y no contienen ni una sola pregunta de tipo personal, tal como dónde trabaja su padre o cuánto gana, o en qué tipo de casa vive usted, ni cosa por el estilo. Las preguntas de la encuesta son: para el personal docente, 30 preguntas agrupadas en 10 temas “generadores” que, más bien, brindan al docente una oportunidad de oro para expresar todo lo malo que el actual sistema educativo posee. Yo sé lo que estoy diciendo, yo la respondí gustoso. Es un instrumento para el debate, es una herramienta para enrostrarle claramente al Ministerio de Educación su rampante fracaso en la materia. La única razón para no responderla, y me perdonan, es pertenecer al grupo de los que sostienen que con dictadores no se habla. Igualmente sucede con la encuesta de los alumnos, se trata de un simple cuestionario anónimo, contentivo de 7 preguntas diseñado, no sé si por error, para darle al alumno la posibilidad de expresar todo lo que NO LE GUSTA de la educación que recibe e incluso, de la que recibirá en el futuro. Hice el trabajo de recopilar las respuestas de los 170 alumnos de la escuela en que trabajo y sistematizar sus respuestas y mi sorpresa fue muy grata. Ante mi, tenía un grupo de estudiantes que desde 1ero a 6to año, tuvieron la valentía de decirnos, a sus docentes y al Ministerio de Educación, que la educación venezolana del año 2014, va en barrena. Nadie les dijo lo que tenían que responder, nadie los aconsejó, ni en una dirección ni en la contraria. Ellos entendieron su oportunidad y la usaron. Eso a mí, como docente y como padre, me alegra muchísimo, me indica que nuestros adolescentes están formándose con criterio crítico a pesar de las adversidades. Entonces, ¿Por qué debo oponerme a que se expresen?
La Resolución 058: Aprobada hace más de dos años por la Asamblea Nacional, es un instrumento legal que sencillamente apuesta a la ineficiencia idiosincrática del venezolano. Yo estoy seguro que tal como está concebida, es imposible de aplicarse. De lo que no puedo estar seguro es que ellos se hayan dado cuenta. Básicamente consiste en una disposición, (ignorada en su momento) que persigue lo mismo que cualquier otro instrumento legal emanado de las fauces del régimen: crear el mayor caos posible en el proceso de dirección y toma de decisiones de cualquier institución medianamente funcional. Entre sus muchas lindezas, establece por ejemplo, que el manejo de una escuela, desde la contratación del personal obrero, hasta las decisiones en materia de evaluación, disciplina o contenido curricular, se tomarán en común acuerdo entre representantes de los colectivos que hacen vida en una escuela, a saber, padres, representantes, alumnos, docentes, equipo directivo, personal obrero, personal administrativo y comunidad a la que pertenece la escuela, representada en este caso por el consejo comunal respectivo (un factor externo a la escuela, completamente). Pues bien, solo la idea no ha logrado ser entendida a cabalidad por ninguna escuela de este país. Imagínese usted lo que significa ponerla en práctica: tienen dos años y medio intentándolo. No conozco ninguna institución que haya conseguido hacerlo. Como anécdota debo contar que en Mérida, la oficina correspondiente a la resolución 058 de la Zona Educativa no se encuentra en funcionamiento, como retaliación al tiempo excesivo que muchas escuelas han tomado para “ponerse a derecho”. Aun en toda su peligrosidad, que reconozco, la famosa resolución 058 es tanto una contradicción como un despropósito de proporciones épicas ante el cual lo mejor que podríamos hacer es guardar silencio. Aquellos directores de escuela con suficiente liderazgo – que los hay – y suficiente compromiso ético, se bastarán a sí mismos para detener el alcance de esta medida incomprensible. De todos modos y para tranquilidad de muchos, deberíamos luchar por su derogación, pero con argumentos sólidos tan sencillos como que una escuela, cualquiera que esta sea, no puede manejarse de forma tan díscola.
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