Si existe algo más complicado que ser venezolano, vivir en Venezuela y entender “lo que nos pasa”, me cambio por el que lo sepa. En mis listas de los viernes, (reflexiones que me sirven más a mi que al colectivo) intentaré poco a poco desgranar lo que somos, para ver si entendemos lo que podríamos ser y lo empezamos a soñar, pronto. He aquí 10 pruebas concretas de esa atrocidad que se llama venezolanear:
Aquí se habla culto: Empezó hace algún tiempo, con la manía de corregir al que usaba el verbo poner, e intentar ridiculizarlo con aquel antipático estribillo de “las que ponen son las gallinas”. Desde entonces, nadie más parece recordar que el verbo poner es de uso regular en la lengua que hablamos. Eso sirvió mas tarde para dar espacio a toda una gama de palabronas que nos embromaron para siempre: Laborar, aperturar, visualizar, vehicular y, entre mil otras, colocar, la opción por excelencia del hablante culto, que suena falso y rebuscado en casi todas las oportunidades en que se usa, pero nunca peor que el día en que una alumna me agradeció un cumplido diciendo, “ay profe no me diga eso, que me coloco roja”
Aquí somos igualados: Cruza usted el umbral, pensando que el poco cabello que le queda, como es blanco, le ganará el respeto y buenos modales de la dependiente de la tienda de telas, pongamos. Resulta que usted, muy comedido, la saluda diciéndo
- Buenos Días, señorita
La niña, espantada, lo mira de arriba a abajo, saca de la boca el lápiz que mordisqueaba y le suelta con precisión asesina: - Qué quieres CHICO??? Usted cierra los ojos y para su propio bien, agradece no tener un arma a la mano.
Aquí no hay: Usted quiere ese mismo pantalón, pero en color beige. No sabe bien por qué, pero se arriesga. Una vez más se expone al “chico” de rigor y pregunta casi avergonzado:
- Señorita, ¿tendrá ese pantalón de la vidriera en Beige? Algunos segundos son indispensables para que su voz viaje a través del espacio. Ojos fijos en el teclado del teléfono. Sin levantarlos, la niña responde,
- ¿Cual? Usted, creyendo que entre los dos se acaba de formar una zona telequinética, responde nuevamente, como un pánfilo:
- Ese de la vidriera, el que está con la camisa azul clarito Ella, antes de pulsar la tecla verde del teléfono, y aun sin mirarlo (ni a usted ni a la vidriera), responde lapidaria - No, chico, no lo tenemos Usted, heroico: - Pero, podría buscar a ver Ella, mirandolo por fin ( a usted) y con cara de ¡que ladilla!:
- No, eso no hay, el beis que usted quiere, eso no hay. Usted se rinde a la evidencia. Eso, aquí no hay. Punto.
Aquí es así, ya se lo dije: Usted llega, muerto de hambre y de apuros, a eso que ahora llaman Ferias de Comida. Es la una de la tarde y está repleta. Usted trata de visualizar una mesa, logra ver a la parejita que terminó su almuerzo y se acerca discretamente. Ellos se dan cuenta. Él, retintinea:
- Vámonos mi amor, que el señor está esperando...
y a usted, la mirada joven y altanera lo fulmina. Usted mira la mesa. Los dos se levantan, sacan el blackberry y empiezan a hundir teclas, desesperados. Usted vuelve a mirar la mesa. Ellos se pierden en la distancia. Usted, vuelve a mirar la mesa, y desfallece de pesar. No recogieron ni los vasos de nesti a medio tomar. Sencillamente se fueron. Pa´lo demás está usted, o el que venga.
Aquí, pa´eso hay matas: Antes sucedía discretamente en cualquier lugar oscuro y escondido. Ahora, ni siquiera ese consuelo. Simplemente, nos arrimamos a cualquier paredita, pretil o matica y sin el menor pudor, nos lo sacamos y meamos, abiertamente. A cualquier hora del día y de la noche, en cualquier sitio, el macho soy yo y las ganas son mías….
Aquí, nos encanta salir a "echar broma": Que usted quiera dormir temprano, concentrarse estudiando, o descansar en la tranquilidad de su apartamento, es asunto suyo. Hay millones de posibilidades para que el plan se le arruine. La más sencilla: Los muchachos de la cuadra que esa noche decidieron estacionar sus carros, invitar panitas, abrir las puertas, colocar música a todo volumen (una distinta en cada carro) y bajarse dos o tres cajas de birras y algunos frascos. Las risas, el escándalo, los cantos en la madrugada y las mentadas de madre al amanecer, vienen incluidas.
Aquí, La Tuerta Gladys es un nombre: Cara de arepa, Ojo`e vaca, Pelo e´periodico, Punto y coma, Viroslays, Palo e´burro, Negro encendido; lo crean o no, son los motes de personas que (en ese orden) tienen: la cara redonda, los ojos saltones, el cabello canoso; son cojos, tuertos, bien dotados o morenos oscuros. Aquí, nos ponemos motes casi al nacer, cuando lo que nos sobra o lo que nos falta, se hace evidente.
Aquí, moto es moto: Aquí, quizás por una razón genética que nos pertenece en exclusividad, conducir una moto es montarse en la capa de Superman. Los motorizados no respetan ni luces ni nada (la mayoría de los otros conductores tampoco, a decir verdad) pasan por la derecha, se llevan por delante el espejo retrovisor, (el suyo), encaraman perritos, mercados, niñitos y arrebiates y, entre otras cosas, inventaron un tercer canal: el del medio. Ellos juran que existe.
Aquí, no hay sencillo: Si usted se muere de ganas de comerse un heladito, recuerde que es indispensable tener el importe exacto en su cartera. Por alguna extraña razón, los helados, los jugos, los cigarrillos y todas esas cosas de primera necesidad que se compran a diario, tienen precios marcados en decimales o en cantidades quebradas y usted siempre, siempre, tendrá un billete grande para pagar. Olvídese, o entrega el vuelto a la caridad del universo o no compra nada. Aquí, se paga con sencillo.
Aquí, el problema es suyo: Usted compra una camisa que en el empaque es perfecta. Usted no se la prueba, ni la saca de la bolsita, entre otros motivos porque la niña que se la vendió casi lo mata cuando usted intentó hacerlo. Usted llega a su casa y decide revisar la compra: La camisa perfecta, a pesar de lo que dice la etiqueta, es 100% poliéster y usted acaba de pagar lo mismo que si en la bolsa vinieran los gusanos y el telar. Lo sentimos mucho: vaya pensando a quien regalarle la camisita que le produce esa alergia tan terrible pues, Aquí, no aceptamos devoluciones, ni cambios de ningún tipo. Gracias, La Gerencia.
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