
De tarde, té con masitas: Sucedió en 1982. La bellísima esposa del entonces Canciller de la República, Leonor García de Zambrano Velasco, imaginándose dueña de superioridades, invitó lo mas granado y florido del jet set caraqueño, algunas colegas diplomáticas y una que otra funcionaria de alto rango, a su fiesta de cumple. Trascendidos los detalles del evento, los conspicuos custodios de la memoria bolivariana de entonces pusieron el grito en el cielo: El convite había sido servido con bombos y platillos, nada más y nada menos que en la casa natal del Libertador Simón Bolívar. Si, allí mismo, en la esquina de Gradillas y con agencia Mar por medio. El canciller se limitó a decir que su despacho lo había autorizado por tratarse de un asunto relativo a la diplomacia patria y Doña Leonor, bellísima, alzó los hombros.
Juan Pablo II y el besamanos: En 1985, Venezuela recibió exaltada la visita del Papa Amigo. Protocolo mediante, una figura de tal santidad tenia que ser saludada a pie de pista, por una familia presidencial inexistente. En Venezuela, todos sabíamos que la Primera Dama, había sido despojada de sus funciones y, según crueles rumores, vivía bajo tratamiento médico. El día de la llegada de Juan Pablo II, ante nuestros ojos sorprendidos, una señora gorda a quien le habían puesto un horrible sombrero azul, caminaba al lado del presidente Lusinchi hasta la escalerilla del avión papal. Posiblemente esa fue la última vez que los venezolanos vimos a la Sra. Gladys Castillo en acto público alguno. Ese día comenzó la fiesta, de la otra.
La doctora cumple años: En 1986, otra fiesta de cumpleaños y otra mujer protagonizan el cumpleaños del año. La “doctora” Blanca Ibáñez, barragana oficial del régimen, recibió un desagravio, sin precedentes, en forma de fiestita de cumpleaños organizada por la esposa del adeco más influyente del momento: Muñeca Aragó de Morales Bello botó la casa por la ventana, en un sarao al que no faltó ninguna mujer caraqueña que presintiera, o tuviera, méritos para figurar. Un par de años después, las redacciones de los diarios recibieron amenazas, ofertas y regalos de todo tipo, para hacer desaparecer las fotos y nadie recordó haber ido, jamás, a una fiesta de cumpleaños en casa de La Muñeca.
El disfraz de Coronela: Prodiga en historias increíbles, esta es quizás, la que todos recordamos sin abrir los ojos. Atendiendo los damnificados de las terribles inundaciones del Municipio El Limón del estado Aragua, en septiembre de 1987, la “doctora” Ibáñez, se encaramó un traje de camuflaje , se batió el pelo y se montó en un convoy militar a repartir regalitos. Las fotos, que dieron la vuelta al mundo, desataron una polémica que no logró evitar males mucho peores y disfraces mucho más feos.
La coronación: Posiblemente no sea necesario recordar los fastos que acompañaron la segunda ascensión al poder, en febrero de 1989, de Carlos Andrés Pérez. Fueron tres días en los que no se escatimaron esfuerzos para celebrar a Pérez y su “nueva Venezuela”, con la presencia de todo lo que valía y brillaba en la política internacional.. Sin embargo, la presencia de Fidel Castro, por primera vez en traje azul marino de impecable corte, casi manda al diablo el protagonismo de Carlos Andrés y Blanquita; este de Clement y aquella de Ángel Sánchez.
La boda aquella: Nada hizo pensar a Mariela Cisneros Fontanals y Gonzalo Fernández Tinoco que su ostentosa boda, celebrada a todo vapor en febrero de 1989, sería la excusa utilizada por Tirios y Troyanos para justificar el terrible Caracazo. Es posible que la boda, a la que asistieron 5000 invitados, no hubiera significado nada, de no ser por las nueve paginas centrales que el Diario de Caracas publicó con los detalles, las langostas y el caviar. Después de eso, nunca más volvimos a ser los mismos.
Los Arcos o el tiempo perdido: Era sin duda alguna, una de las casas más hermosas de Caracas, una de las mas historiadas, también. Un poquitín más arriba de la casona del Country, presidía con elegancia los recovecos de una Caracas que empezaba a desaparecer. Un buen día, para pesar de muchos, desapareció para siempre. En su lugar, una casa horrible, anodina y gigantesca dio posada a una de las fortunas más grandes de la capital. Lamentablemente, no trajo consigo, ni un ápice de la elegancia de siglos que se respiraba al pasar frente a la Quinta Los Arcos.
La Alcaldesa: Sin otras credenciales que su larga cabellera, su sonrisa de virgen buena y su titulo de Miss Universo, Irene Sáez Conde, se presentó en 1993 a las elecciones de alcalde por el municipio Chacao y ganó con los votos de todos lo que creyeron que manejar un municipio era lo mismo que exhibir una corona. Los rumores que empezaron el mismo día de su triunfo electoral, pusieron el poder en manos de banqueros, hoy prófugos, y eternos aspirantes con peor suerte. No lo hizo mal, pero no sabemos por qué.
El Latino, pionero de muchas caídas: Todavía recuerdo con claridad aquel día de enero de 1994 en que llegué a la sucursal Chacaito del Banco Latino y lo encontré cerrado a cal y canto. Nadie explicaba nada, hasta que se supo lo que se supo. Desde ese día, siento pánico financiero cada vez que llego a un banco y lo encuentro cerrado, sin que sea Lunes Bancario.
El otro indulto: Antes de que se concediera el indulto que todos los venezolanos recordamos diariamente, otro indulto puso en entredicho al venezolano más decente de todos los tiempos. El Dr. Ramón J Velásquez, estrenando presidencia interina, firmó, el 27 de octubre de 1993 (sin darse cuenta, jura hasta nuestros días) un perdón que puso en libertad al más temido capo de estos lares, Larry Tovar Acuña. En el desastre judicial se manchó para siempre el nombre de una secretaria gocha y muy ambiciosa, el del hijo del presidente y, según las peores lenguas, el del mismísimo presidente defenestrado, quien seguía moviendo hilos desde la vagancia.
No hay comentarios:
Publicar un comentario