Tenía tiempo pensándolo y hoy me decidí. Siguiendo la tradición familiar de hacer listas ( y con las debidas disculpas por la longitud indispensable) inauguro mis "listas de los viernes" con una selección, parcial y personal, de 15 personas a quienes mi mamá llamaría malas juntas. En tiempos de candidaturas y nombres que se barajan para cargos públicos, propongo que los inhabilitemos para siempre; seguramente el País que estamos por construir lo agradecerá:
Mario Silva: No creo que haya que explicar nada, pero a todas las razones que usted tiene para regalarle un puesto en el próximo viaje del Discovery, súmele que se viste mal, parece enfermo de rencores y maneja un léxico bastante desagradable…y todo eso lo hace frente a una cámara de Televisión.
Cilia Flores: Hasta ahora nadie le ha creído una palabra de su compromiso ideológico-revolucionario; está donde está por razones que solo conoce el sabanetero. Sus últimos arreglos cosméticos, la cantidad de coroticos de oro que ha ido guindándose y su eterno mal humor, hace mucho tiempo rebasaron lo soportable.
Iris Varela: El pelo, la pinta, el acento, la rabia eterna, el desagrado con la vida, el fastidio de tener que defender lo indefendible, la irremediable soledad de su espíritu, la maldad, los bluyines apretados y las coticas rojas. Sólo por comenzar.
Henry Ramos Allup: Adeco de los que defienden aquel dicho de adeco es adeco hasta que se muere. Gritón, media lengua, chiquitito, atorrante y para colmo de todos los males, indiscreto. No tiene remedio.
Farruco Sesto: Después de haber pasado por muchos ministerios y oficinas del régimen, todos seguimos sin saber para que sirve. Además, con ese nombre tan poco elegante, ¿quien va a echarlo de menos?
Robert Serra: Grita, manotea, suelta arengas revolucionarias, se engomina, sale por televisión, da declaraciones, concede entrevistas y hasta el sol de hoy, jamás ha dicho una sola cosa inteligente.
Ricardo Sánchez: Otro que grita y grita, señala con el dedo, se pone rojo, se queda ronco, suelta amenazas, promete que entre la patria y él todo está listo, se empina para que todos lo vean y, hasta ahora, nadie le ha escuchado alguna oración memorable o alguna propuesta digna de ser tomada en cuenta.
José Vicente Rangel: Vale por muchos; es decir vale por una familia que dejaría sin aliento a los Gambino y los Corleone juntos. En el mismo avión habría que hacerle espacio a todos sus descendientes y a sus gigantescas ambiciones y egos.
Yon Goicochea: se convirtió, para su propia desgracia, en el Luís Miguel de la política venezolana. Las muchachitas venezolanas decidieron que, pese a sus kilitos de más, el tipo tenia futuro y él se lo creyó, nos lo hizo creer a nosotros y de pronto, se dejó de eso. Lo último que hemos sabido de él, es que se pone de mal humor muy rápido si no le dan lo que él quiere.
Luisa Estela Morales: Tuvo la oportunidad de ser una señora respetable, apegada a las buenas costumbres y jubilada después de una honorable carrera en el poder judicial. Pero, ella prefirió meterse a presidenta del Tribunal Supremo de Justicia más corrupto de la historia de todas las repúblicas de Venezuela.
Juan Carlos Escotet: No ha escatimado esfuerzos para apoderarse lentamente del sistema bancario nacional en aras de convertirse en un nombre más de la Lista Forbes (su anhelo mas secreto e importante), mientras su banco desciende a los niveles mas peligrosos de mala atención y mal servicio. A estas alturas no sabemos si baila o si danzarea, pero lo creemos capaz hasta de tamunangues.
Jorge Rodríguez: El Maquiavelo del régimen. El más extraño de los rojos. El funcionario capaz de todo con tal de permanecer en el poder y garantizarse un puesto en la historia y un pedacito de torta. Quizás haya nacido con corazón en el pecho; pero todavía andamos buscando una constancia.
Léster Rodríguez: Muy pocos lo saben, pero es el alcalde OPOSITOR de Mérida. Puestos a adivinar, los merideños de a pie no podrían reconocerlo pues no le han visto la cara nunca. Le encanta coronar reinas de belleza y salir en un canal de televisión local que tiene menos rating que TVES. Lo malo de mandarlo de viaje es que nadie se dará cuenta de si viene o si va.
Vanessa Davies: Pobre, llegó tarde a todo. Es la única mujer que prefiere ser fea. Ha logrado poner de moda lo irremediable, a fuerza de insistir en una pelambre incomprensible y los anteojos de Ugly Betty. Además, su intelecto, que hace siglos amenazó con cierta lucecita inteligente, es la cosa más triste de una Televisión triste por definición.
Lenny Manuitt: Correctamente vestida y maquillada, hizo de Doña Bárbara e intentó atajar una silla que, a todas luces, le quedaba grande. Aun se recuerdan sus alegatos y sus discursos preparados para no decir cosas interesantes. Hace tiempo que no la vemos, pero nos aterra pensar que intente un regreso innecesario.
No hay comentarios:
Publicar un comentario