
Responder a la estrategia que, con idéntico fin, se adelanta desde el gobierno fundamentándolas en reconocimiento de errores, promesas de cambio y misiones “que ayuden a combatir y a aliviar la pobreza”, parece harto difícil en una oposición que no cuenta, ni remotamente, con los mismos recursos y debe enfrentarse a un partido con maquinaria perfectamente aceitada y bien pagada, que pese a ser un entramado de traiciones, podría sobrevivir - gracias a la renta petrolera inacabable - hasta a una eventual falta absoluta de su creador. No obstante, hay que buscar vías. Crear referentes, insistir en la importancia del cambio, manejar las elecciones primarias como el primer paso para una democracia nueva (aunque el fenómeno de perdida de las estructuras democráticas casi no se acusa) y establecer para los posibles votantes, corrientes de correspondencia ideológica hacia los sectores de oposición.
Tal vez sea imperativo un cambio de discurso; en lugar de mencionar al pueblo podría mencionarse a “los venezolanos” y así considerar la suplantación de términos tradicionalmente adversos a la oposición, que sin embargo la misma oposición utiliza:
Inclusión vs. Respeto
Revolución vs. Progreso
Comuna vs. Familia
Igualdad vs. Oportunidad
Pobre vs. Ciudadano
Ideología vs. Valores
Convendría analizar (y estoy seguro que se ha hecho) las aristas sutiles, pero de valor incalculable, que redondean el mito Chávez. Aun en el eventual suceso de un agravamiento de su estado de salud e incluso su desaparición física, es bueno que se hable claramente del Chavismo como un fenómeno político que llegó para cambiar definitivamente el escenario político venezolano, y que su eventual derrota en unas elecciones presidenciales (07 de Octubre 2012) no garantiza en absoluto su desaparición. El objetivo no debe ser, entonces, derrotar a Chávez, pues aunque parezca un sin sentido, a Chávez podría derrotarlo la enfermedad y para eso se están preparando desde dentro del gobierno.
En cualquier caso, derrotar el actual gobierno en las urnas e implantar un sistema de cambios que permitan la reinstalación del sistema democrático, con garantía de funcionamiento y transparencia institucional, reestablecimiento del estado de derecho pleno, libertades ciudadanas, libertad empresarial, respeto ciudadano y seguridad jurídica y personal, parece la tarea más complicada que líder opositor alguno pueda proponerse. No está de más, entonces, recordar que el concurso de todos es fundamental, y que tenemos la tarea vital de atraer el tercer sector, no con promesas claras de cambio, sino con realidades incontestables.
Si el 75% de los venezolanos piensa que vivimos en un virtual estado de sitio, debido a la terrible inseguridad personal que nos acecha, y ese 75% está seguro de que piensa la verdad; pero, no encuentra sobre quien posar su dedo para establecer responsabilidades, es obvio que nosotros, los opositores, hemos fallado en señalar un rostro y ellos han acertado en escurrir un bulto. Es hora de empezar a nombrar las cosas por su nombre.
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