
Enfrentados a más incertidumbres de las que nos gustaría tener, los líderes del sector educación, o por lo menos, aquellos que manejan el nada despreciable sector de la educación católica, analizan entre ellos los posibles escenarios de cara al maremagnun y, sin ánimos de guarimba ni desestabilización, se devanan los sesos tratando de entender las opciones, no del todo gratas, con que contamos; para eso, echan mano de cuanto recurso está a la mano.
En días pasados le tocó a Oscar Schemel, director de Hinterlaces, exponer ante ese auditorio, los resultados de una investigación basada fundamentalmente en sondeos de opinión, efectuados en las últimas semanas, con la intención de medir algo más que la intención de voto, bastante veleidosa en estas tierras donde voto se cambia por lavadora; y escudriñar un poco más en realidades que, o conocemos, o intuimos; pero que nos hace bien desmenuzar. Puesto ante numerosos apuntes y testimonios de personas que acudieron a esa reunión (yo no estuve, ya dije que era para jerarcas), he decidido hacer un ejercicio que sirva para salvar de la desmemoria algunas de las reveladoras (y repetidas) verdades del estudio presentado por Schemel, en contraste con otras lecturas y con algo de las muchas cosas que me ha dado por considerar verdades irrefutables de un proceso social en el que todo puede refutarse en un pestañeo. Lo hago para intentar poner orden en mis ideas y para intentar comprender tanto disparate, y lo hago, principalmente, para intentar compararlo, si es posible, con lo que la realidad tenga que decirnos el próximo 07 de Octubre.
Veamos.
(Mi reflexión consta de 4 articulos más, publicados en orden en las páginas siguientes. Simplemente, continue leyendo hacia abajo, si le interesa leerlo en su totalidad. Gracias)
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