
Es por lo menos extraño, que encima de todo, en esa pacifica escenita de balcón y plaza Bolívar, el mismo Emparan haya salido después a decir tan tranquilo, Pues yo tampoco quiero mando, y renuncíara como si tal cosa; sin milicias, ni pueblo enardecido, ni gobiernos amigos y se haya casi borrado de la historia, después del bochorno causado por un dedo con sotana.
Pues bien, doscientos un años después de tanta sabrosura, cabría preguntarse si fue que, por andar de zafriscos haciéndole caso a un curita entrépito, se nos arruinó el talento para entender las madariagas; o si es que, sencillamente, hemos dejado todo en manos de los abajo firmantes.
En todo caso, desde el libro de Moral y Cívica de la primaria, (que tenia la pintura del 19 de abril en la tapa) hasta nuestros días; por más doctos esfuerzos que hago en enterarme de la parte más sustanciosa del chisme, no consigo nada distinto y doy por buena la información oficial, con gran beneplácito por cierto: La historia (que no miente) ya demostró que salir de tiranos corruptos no es tan difícil. Sólo falta encontrar al Madariaga, ya que si es por balcones, esos abundan.
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