Creo que nació espontáneamente, como suele suceder, y con el paso del tiempo ha ido ganando no solo adeptos, sino organización y, hoy por hoy, es un evento que convoca a la ciudad entera. Es imposible no notarlo. Están en todas partes, sorprenden a la entrada del mercado, en los centros comerciales o simplemente deambulando por las calles, todavía no tan congestionadas, de la ciudad que, sinverguenzonamente, tarda en sacudirse el ratón del año nuevo y lentamente, empieza a recobrar una normalidad que nunca es tal, hasta bien entrada la segunda quincena del mes.
Supongo también, que esta singular convocatoria a los hombres y mujeres que se ufanan de poner su vida encima de las ruedas de una moto que muchas veces, les sobrepasa en tamaño y peso, obedece a la cosa hippie y bucólica que acostumbra asociarse a una ciudad cuya cara nadie se atreve a dibujar de memoria. Deben sentirse atraídos por las carreteras llenas de curvas y de peligros, o deben pensar que todavía, Mérida, tiene cosas buenas que ofrecerle al que se atreve a venir a pasar un rato. Para nosotros, en medio de las horribles colas del fin de año, el eterno caminar entre ventas ambulantes y el ruido infernal de cargamentos de pólvora que nunca terminan de explotar, la verdad es que resulta, por lo menos, curioso. Se habla de ellos (todo el mundo los llama “los moteros”) e incluso se les visita en su sitio de concentración, para compartir con ellos algún espectáculo de rock nacional, por supuesto, o presenciar alguna cosa parecida a acrobacias urbanas. Pero, en realidad, creo que se les va a ver por las motos: ni siquiera a los que nunca irían ni a la bodega montados en una bicha de esas, los deja indiferentes el exagerado porte de aparatos que no parecen hechos para consumo humano.
Sumada a algunas otras, la reunión de moteros, es una nueva tradición que forma parte de lo que esperamos a principio del año; como las pintas y las cabañuelas y las noches frías y secas. Es una manera de empezar a poner orden en el estropicio y saber, que después de los moteros, podremos empezar a tener una vida normal y apacible. Tanto como nos lo permitan las Paraduras, que empiezan la semana que viene.
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