Mi mamá solía decir que nadie aprende de la experiencia ajena; de tanto repetirlo, he comprendido que una buena parte de lo que somos debe tener raíces en esa tremenda afirmación, que con visos de indiscutible, nos ha impedido medrar de lo ajeno. Ciertamente, rechazamos la experiencia de otros con argumentos tan poco sustentables como “eso aquí no sirve para nada”, pero las observamos y eso es lo que realmente cuenta. Tal vez de tanto mirar lo que sucede fuera de nuestras atormentadas fronteras, empecemos a copiar modelos de comportamiento que nos ayuden a abrir puertas hacia el futuro que una buena parte de nosotros quiere.
Democracia Real Ya, por ejemplo; una plataforma de participación ciudadana que inventaron los españoles hartos del sistema que viven y sus consecuencias, y que hoy, 15 de mayo, ha tomado forma en más de 40 marchas apolíticas, incluyentes y en su mayoría pacificas, realizadas en casi todas las ciudades españolas (creo que Toledo fue la única ausente) con un poder de convocatoria digno de las causas que se manejan con el brazo derecho. Lamentablemente hubo algún incidente, reportado por El Mundo, que mandó a la cárcel a varios manifestantes y dio pie a hechos violentos que nunca deberían suceder; fuera de eso, fue la oportunidad, tal vez de oro, para levantar la voz; oportunidad que se convierte – a mi juicio – en formato repetible que nos permita a nosotros, decir algo contra el interminable pliego de conflictos que nos amarga la vida.
De modo que desde hoy y en esta, mi humildísima trinchera, me permito invitar a los pocos que me leen a pensar en apropiarnos de una experiencia ajena cuyos resultados son inciertos, es verdad, pero que ha dado un primer paso que suena a debut social exitoso: Una plataforma de protesta pública, apolítica, entusiasta, pacífica y que nos abre un espacio a todos: Los que estamos hartos de la inseguridad, de la violencia, de los precios imposibles, de los bajos salarios, de las expropiaciones, de los insultos, del odio y de todas las demás calamidades a las que les hemos permitido que nos arruinen la paz.
Estoy seguro que no es difícil.
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