Por suerte, cayó en domingo, la única cosa que se alteró fueron los planes familiares de siempre pues ningún restaurante de los habituales estuvo abierto; por lo demás, fue un poco más de lo mismo: hubo anuncios, marchas y encendidos discursos. Los que se pueden beneficiar por hacerlo, lavaron y plancharon sus ropitas rojas y se lanzaron a la calle a celebrar el Día del Trabajador. En realidad no sucedió nada nuevo. ¿Para qué? La formula demagógica de pegar gritos y ofrecer maquetas de vida, lleva doce años de perfecto funcionamiento y según algunos, resultados envidiables.
Estábamos preparados. Toda la semana previa ha estado llena de noticias dirigidas al trabajador en vísperas de su día: la más notoria, por supuesto, el famoso aumento de sueldos correctamente dividido en dos porciones igual de inútiles, el bono alimentario urbi et orbi y otros delirios de Salvador De La Patria, título que, por cierto, ya no sabemos si discutirle, a la luz de cosas como la famosa encuesta Gallup del 64% de felicidad permanente. Hecho a su medida, el Primero de Mayo se perfila, cada vez más, como el día de gloria del sabanetero y su política de camisetas rojas, comisión y tarjetica para obtener un empleo relativamente decente en el que de todos modos haga falta un rebusque. Supongo entonces que debe ser relativamente fácil conseguir gente, para las marchas y los aplausos que requiere cada uno de los actos programados por el pueblo soberano, en el día de hoy.
Mañana, como bien dicen, será otro día; habrá que ir al mercado y pagar la renta, que es fin de mes. El teléfono probablemente lo corten y el saldo del celular, con suerte, alcanzará para mensajes urgentes y alguna llamada indispensable. Resolver otros asuntos será un poco más complicado, a menos que caiga alguna misión del cielo.
Nada, ha terminado otro Primero de Mayo en el que lo primero que celebramos es un gentío amontonado y un sándwich de bolsita. Es una lástima que la historia esté repleta de gente que se comió el sándwich para escupirlo en la cara de quien los creyó tan menesterosos.
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