Aunque creo que en el mundo ya hay suficiente gente que me cae mal, como para ponerme a buscar más nombres para esa lista; algunas veces sintonizo Venezolana de Televisión para saber a qué atenerme. Usualmente lo hago en esos espacios más o menos muertos en que logro rescatar un control remoto que siempre se pierde y viajo a través de todos los canales que me ofrece Intercable para, entre otras cosas, asegurarme que no han cerrado ningún otro. No se dice con orgullo; pero, más de una vez, le he dedicado tiempo a cualquiera de los entrenados comunicadores que defienden la revolución como si estuvieran defendiendo la patria.
Uno de los “héroes” del show mediático bolivariano es Earle Herrera, un periodista que tiene mil años buscando alguien que le haga caso y que además de “comunicador”, es profesor universitario, diputado, columnista y defensor de la rara forma de periodismo que hacen los rojos: Como profesor de la Central, considera a todos los estudiantes disidentes unos delincuentes asalariados por la CIA; como columnista de opinión, cree que todo periodista opositor debe ser silenciado de inmediato y como conductor de un programa de televisión, es el ridiculizador oficial de cualquier voz, distinta a las rojas, que se escuche con buen volumen. Incapaz de críticas a su rebaño, desde el Kiosco Veraz (su programa de domingo) Herrera no dejó ni un sólo día de insultar e irrespetar a la mitad y media del periodismo venezolano, frente a una audiencia tan buena como la del show del Sabanetero, programa que le sigue. Pues bien, resulta que ese espacio, fundamental para el éxito del proceso, está momentáneamente fuera del aire. En una decisión propia que ha sorprendido a muchos, Earle ha decidido cerrar su programa dominical del canal 8, esgrimiendo razones que transitan todas en las vecindades del respeto, la tolerancia y la decencia y que según él, le fueron violentadas miles de veces por sus camaradas jefes del canal.
Francamente vale, cómo le hace falta a esta gente una mamá que les haya enseñado que uno no recibe cosas que no haya dado.
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