Hay programas de televisión y estos que hoy hacen mi lista. Aun sabiendo que no hay desprestigio mayor que el que acusa la televisión hispana de hoy, la programación de la mayoría de los canales que padecemos los suscriptores de Intercable, está salpicada aquí y allá de perlas televisadas que bien podrían resumir todo lo malo que sufre eso que hoy llaman La Sociedad Civil. Debo advertir que no soy experto en el tema (eso se nota) sino un simple televidente fanático que todos los días dedica una buena parte de su tiempo a brincar de un canal a otro, y de vez en cuando, se detiene ante la emisión de alguno de estos rarísimos Talk Shows - que así los llaman ahora - por aquello de ponerse en onda con un género del que en este país tenemos una triste y pesarosa historia.
1. Los Pepazos de La Pepa: Si, lo crean o no, me he tomado la molestia de verlo por más de un minuto y, de verdad, cada vez que lo hago me devano los sesos tratando de clasificar lo que significa eso. Desde los pavorosos tatuajes de una de las conductoras, hasta la burda y poco inteligente parcheria del otro, lo más grave quizás radica en que exista alguien a quien le parezca buena idea ponerlo en el aire.
2. Mujeres con Historia y Hombres También: Sucede cada mañana en Venevisión y lo conduce una presentadora gordita y simplona que se jura la reencarnación de Sai Baba. Desde el momento en que entra al estudio, bailando y pegando griticos con carita de sabrosa, uno sabe perfectamente que lo que viene a continuación es para coger palco: un grupito de gente extraña que se deshace en detalles para contar sus penurias y son casi imposibles de superar. El programa termina (cuando se logra llegar hasta el final) y uno no puede menos que preguntarse por qué son incapaces de buscar gente inteligente y decentica para poner su show.
3. Laura de todos: No tiene parangón, es tan insuperable como abominable. Entre todos los errores que se cometen a diario en la televisión universal, de esta señora lo más sensato que podemos decir es que padece alguna enfermedad mental; si no, entonces es mala como el ruibarbo. Ninguna cosa hecha hasta hoy en ese show, toma en cuenta la dignidad de nadie y si los invitados se salvan de esta apreciacion, es unicamente porque sus necesidades económicas son tan importantes que justifican el imperdonable ridículo. La gran pregunta, por supuesto es ¿Por qué sigue en el aire?
4. ¿Quién Tiene la Razón?: Por increíble que parezca, ¿Quién tiene la razón? es un show dirigido por alguien que se hace llamar Doctora y repite incansable que eso se debe a estudios de sicología y sexología (suponemos que con diploma y todo). Lo más sencillo que he oído en ese estudio es, a la doctora, diciéndole a su invitada que debería morirse; eso sin contar las tenidas, los accesorios, los dichos de la señora y los pleitos llenecitos de groserías de cada uno de los invitados. Por lo menos en este país lo prohibieron. Una buena.
5. Aló Ciudadano: Lo único que uno medio le perdona a este Centro Nacional de Análisis del Grito, es que hacen oposición todo el tiempo. Nada más se salva. El conductor grita como desaforado, el fondo musical es imperdonablemente chabacano y las asistentes se ocupan más de enseñar sus recién adquiridos implantes, que de mal-leer reportes que no se sabe de dónde salen. Para terminar, en algún momento suceden incomprensibles llamadas de televidentes, que disfrutan inmensamente el regaño impelable. Aló Ciudadano es sin duda, un show que debería prohibirse por razones de salud mental.
6. El otro Aló: A ver, no es necesario decir por qué, pero de todos modos me permito apuntar un motivo: No saber a qué hora terminará el loco de decir babosadas, es verdaderamente una proeza cuyo mérito fundamental es su imposibilidad absoluta de plagio, copia o repetición en el mundo entero.
7. Volver a tí: Lo verdaderamente grave es que impostores como este, tengan audiencia. No hay mejor forma de decirlo, es más, no le cabe un chiste ni una gota de humor. Ver a este tipo “comunicándose” con los muertos y encima descubrir que hay gente relativamente inteligente que le sigue es preocupante, por decir lo menos. Cada sesión de fantasmagorismo, le cuesta a los asistentes 1.200 bolívares y de ahí en adelante, el pobre incauto que se sienta a llorar la conversación con el muerto, tiene que pagar hasta por el aliento. Y, “eso”, lo transmiten diariamente por televisión.
8. La Hojilla: Tampoco hace falta explicar a nadie ninguna de las razones por las que este “programa” de televisión, encabeza todas las listas de lo que no debe hacerse en la tele sobre todo cuando se quiere fungir de comunicador, pero eso lo sabe todo el mundo; el problema es el formato, la manera en que tratan el único tema del que hablan y la pinta tan rara del señor ese que lo conduce. Uno de los grandes bodrios de la “pantalla chica” en horario estelar y con sponsors.
9. El Canal Argentino: Intercable, no se sabe por qué, ofrece todo el día un canal que transmite programas de chismes de la farándula Argentina, basados fundamentalmente en los ires y venires de un engendro de apellido Fort que se dedica a ninguna cosa seria o presentable. Entre un showcito u otro, abundan silicones, transformistas mal operados y otras finuras de primera línea de barrio. Inexplicable.
10. La Señora Leon: Merece un estudio de post grado; nada en este mundo se puede comparar a esta señora llena de buenas intenciones, en el esplendor de sus cuarenta y pico, tacones, transparencias y cabello rubio que baila una especie de “botecito” tanto al inicio como al final de un show que se basa en desmenuzar las miserias más lamentables, de gente que no tiene idea de lo que significa ser utilizada delante de, más o menos, media plantilla de suscriptores de Intercable.
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