Seguramente si. Es decir, habrá un futuro en el que comiencen a construirse las bases de un sistema político de convivencia social cuya plenitud, si llega a darse, no la veremos los que hoy estamos convertidos, a la fuerza, en actores de un proceso de cambio. Contrario a lo que se dice, por ejemplo, en la encuesta Hinterlaces; el triunfo electoral del gobierno en las elecciones del 07 de Octubre de 2012, está bastante reñido y podría no darse. Algunas encuestas, relativamente serias, arrojan resultados “de fotografía” y otras mienten descaradamente en una dirección u otra. Sin embargo, no parece que sea un asunto estrictamente de encuestas. Si se tiene en cuenta que un 56% de los venezolanos aun cree que el presidente puede gobernar un nuevo periodo, en el que demostraría cuanto ha cambiado y cuanto puede hacer por el bien del país; pero, sólo un 45% se identifica con sus ideas y cree que Chávez es una especie de padre protector que une a los venezolanos, y se añade, a esta percepción, programas sociales cuya perversidad nadie atina a comprender, pero son incluidos en la definición y calculo de un ingreso per capita cada vez menos real pues se forma de dádivas que dependen de las necesidades de una campaña electoral; tenemos un panorama que obliga a la oposición, no sólo a mantener con la vida el concepto de unidad, sino a seducir con programas atractivos y esperanzadores el voto del tercer sector, los mal llamados “ni-ni”.
Responder a la estrategia que, con idéntico fin, se adelanta desde el gobierno fundamentándolas en reconocimiento de errores, promesas de cambio y misiones “que ayuden a combatir y a aliviar la pobreza”, parece harto difícil en una oposición que no cuenta, ni remotamente, con los mismos recursos y debe enfrentarse a un partido con maquinaria perfectamente aceitada y bien pagada, que pese a ser un entramado de traiciones, podría sobrevivir - gracias a la renta petrolera inacabable - hasta a una eventual falta absoluta de su creador. No obstante, hay que buscar vías. Crear referentes, insistir en la importancia del cambio, manejar las elecciones primarias como el primer paso para una democracia nueva (aunque el fenómeno de perdida de las estructuras democráticas casi no se acusa) y establecer para los posibles votantes, corrientes de correspondencia ideológica hacia los sectores de oposición.
Tal vez sea imperativo un cambio de discurso; en lugar de mencionar al pueblo podría mencionarse a “los venezolanos” y así considerar la suplantación de términos tradicionalmente adversos a la oposición, que sin embargo la misma oposición utiliza:
Inclusión vs. Respeto
Revolución vs. Progreso
Comuna vs. Familia
Igualdad vs. Oportunidad
Pobre vs. Ciudadano
Ideología vs. Valores
Convendría analizar (y estoy seguro que se ha hecho) las aristas sutiles, pero de valor incalculable, que redondean el mito Chávez. Aun en el eventual suceso de un agravamiento de su estado de salud e incluso su desaparición física, es bueno que se hable claramente del Chavismo como un fenómeno político que llegó para cambiar definitivamente el escenario político venezolano, y que su eventual derrota en unas elecciones presidenciales (07 de Octubre 2012) no garantiza en absoluto su desaparición. El objetivo no debe ser, entonces, derrotar a Chávez, pues aunque parezca un sin sentido, a Chávez podría derrotarlo la enfermedad y para eso se están preparando desde dentro del gobierno.
En cualquier caso, derrotar el actual gobierno en las urnas e implantar un sistema de cambios que permitan la reinstalación del sistema democrático, con garantía de funcionamiento y transparencia institucional, reestablecimiento del estado de derecho pleno, libertades ciudadanas, libertad empresarial, respeto ciudadano y seguridad jurídica y personal, parece la tarea más complicada que líder opositor alguno pueda proponerse. No está de más, entonces, recordar que el concurso de todos es fundamental, y que tenemos la tarea vital de atraer el tercer sector, no con promesas claras de cambio, sino con realidades incontestables.
Si el 75% de los venezolanos piensa que vivimos en un virtual estado de sitio, debido a la terrible inseguridad personal que nos acecha, y ese 75% está seguro de que piensa la verdad; pero, no encuentra sobre quien posar su dedo para establecer responsabilidades, es obvio que nosotros, los opositores, hemos fallado en señalar un rostro y ellos han acertado en escurrir un bulto. Es hora de empezar a nombrar las cosas por su nombre.
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