
Ese proyecto
en que lo ayudé en realidad nunca llego
a buen puerto. Sin ser bueno o malo, era la opera prima de alguien que tenía en
su contra un hándicap importante: en todas las ocasiones que lo vi, Eduardo estaba necesitado de dinero y no
vacilaba en hacerlo saber y pedir ayuda. En algún momento de nuestras vidas, todos
los que lo conocían y nos conocíamos entre sí, teníamos alguna historia que
contar respecto al delicado tema de
Eduardo y sus manejos de plata.
Juntos
intentamos un par de nuevos proyectos que no pasaron de simples conversaciones durante las cuales, se desvanecía lentamente
la buena opinión de los primeros tiempos. Un día dejé de verlo, pero no dejé de
saber de él: siempre me enteraba, por
conversaciones que yo no buscaba, de sus nuevos problemas económicos y de otras
historias; paternidades, por ejemplo, resueltas de manera bastante
irresponsable o acusaciones en las que su honestidad quedaba guindando de pocos
hilos. Ninguna, sin embargo, me preparó
para lo que ha sido su final: Eduardo y su más reciente compañera, han sido
detenidos en Maiquetía cargados de Heroína hasta las trancas. Él pagará 8 años de condena, ella 5. Ambos
llevaban la droga escondida entre su ropa interior y muy probablemente,
sirvieron de señuelos para darle paso libre a algún cargamento un poco más
importante.
Apresados
como mulas de algún distribuidor cuya cabeza nadie ha pedido ni pedirá, Eduardo
y su mujer dejan solo a un bebe de 6 meses de nacido y frustran lo que pudo
haber sido la carrera de un tipo creativo que tenia cosas que decir, muy pocos
escrúpulos y muy pocas ganas de trabajar con seriedad. Como muchos otros.
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