Si, yo también lo vi. Claro que lo vi. Lo vi
una vez y otra y otra. Lo vi en una versión larga que encontré antes de que se
armara el escándalo absurdo y lo he visto en varias versiones distintas. Sobre
todo, he visto las versiones que los parodian. Quiero decir, perdón, que los
agreden.
Es el video del momento: Caracas, ciudad de despedidas. Lo vi y me gustó. Mucho. Si hubiera tenido hijos me encantaría que todos
se parecieran a cualquiera de ellos. Al que sea.
No sólo lo vi. He leído mil cosas sobre el
video. Lo bueno, lo malo y lo feo: Los doctos y cultos análisis de siempre, la
profundidad que ha salido de un ejercicio que no buscaba esa fama y los ataques.
Los innecesarios, absurdos y desproporcionados ataques que dibujan perfectamente
el país enfermo, bocetado en los
testimonios de un grupo de chamos que se muestran como son y listo: Venezuela.
El país donde nada es normal. Donde nadie vive con perspectivas claras. Donde
sí hay que optar por algo, optamos por la mala leche. Es una lástima. Hace
mucho tiempo que necesitábamos a alguien que nos contara en alta voz, la
magnifica descripción de Caracas convertida en cubo de origami. O nos
explicara, sin hacerlo, qué es eso de
sentirse ciudadano del este del este,
hablando de este desastre sin que nadie le escribiera un guión, sin que nadie
le dijera como parecer joven y culto, o como sonar vanguardia pero parecer
comprometido.
Hacia mucho tiempo qué no me describían el país
con tanta exactitud. Por eso entiendo las reacciones, un poco. No entiendo las
ofensas ni las idioteces que casi todo el mundo ha escrito para atacarlos, porque esas cosas no merecen ser entendidas.
Entiendo algo más y me da grima. En el fondo, lo que estamos es aterrados ante la posibilidad de descubrir que es verdad
lo que sospechamos de nosotros mismos.
En alguna parte leí a alguien, que se las da de
experto, diciendo que ellos tenían la obligación de contrastar sus opiniones
para darle “diversidad” a sus denuncias. En otro sitio alguien dice que aunque
se trata de un discurso profundo y revelador, esta desestructurado. Más allá,
otro experto dice que ellos tenían la “obligación” de incluir estadísticas y
estudios que validaran sus puntos de vista.
Estupideces más, estupideces menos, Caracas,
ciudad de despedidas ha sido escrutado con la lupa que siempre tienen a la
mano los venezolanos intolerantes, tontos, mal educados y “expertos analistas
del género humano” para multiplicarse por los rincones, alzando una voz
nacionalista de arepas y así pedir la lapidación de un grupo de muchachos que se atreven a llamar las cosas por su nombre. Pues bien, lean un
poco más. Ni se trata de una denuncia, ni se trata de un documental, ni se
trata de una provocación, ni se trata de un estudio para la posteridad. Ellos
no tenían mas obligación que la de ser honestos consigo mismos. Lo lamentable,
entonces, es que haya tanto venezolano sensiblero que se ofende cuando le
muestran un lado de su verdad.
¿De qué hablan los muchachos sifrinos del video?:
en primer lugar de eso, de su condición de sifrinos; no lo dicen, pero puestos
a interiorizarse puede que se reconozcan como tal. Y desde allí, desde sus
mandíbulas trancadas, también hablan de inseguridad, de incivilidad ciudadana,
de hampa desatada y de relaciones rotas por la distancia. De lo mismo que
hablamos todos, con mayor o menor dominio de un léxico inteligente. De ahí, la Diáspora. Esa
dolorosa diáspora que nos está dejando sin la mejor gente de nuestra gente y además, se atreven a acercarse a darle origen a todos nuestros padecimientos. Claro, lo hacen desde el
privilegio de su entorno y eso es mucho mostrar en esta sociedad dañada por la
violencia de lo feo.
Pasa que es posible pensar que esos chamos no
creen que vivir, es comerse una
hamburguesa asquerosa en la esquina de un callejón maloliente; ni piensan que
Zurda Conducta es un modelo de algo, ni están dispuestos a dejarse matar por un
blackberry. Si la decisión de ellos es irse, porque pueden ¿donde está el
problema? ¿Por qué en lugar de caerles encima, no empezamos a intentar darnos -
a todos - alguna razón para seguir viviendo aquí, a pesar de la política, de la
dictadura, de los rumores, de los escándalos, de las elecciones, de los
militares y de la gente que nos provoca sacudir la ciudad, para ver si caen? ¿Por qué no les decimos que se puede vivir de espaldas al horror, no solamente politico, del
siglo XXI y construir ciudades donde podamos compartir gentilezas? ¿Será que
podemos? ¿O será que de verdad no somos capaces sino de agredir?
Ese video, convertido en documental por quienes
necesitan agrandar el daño para perpetuar la ofensa, es una fuerte voz. Una voz
que suena tal y como nosotros les hemos enseñado. Pero, también, ese video es
futuro. Ellos son el futuro. Ellos nos han demostrado que somos capaces de
mucha violencia y mucha intolerancia. De muchas mentiras, también. Ese es el gran merito de los creadores de Caracas, ciudad de despedidas. No estoy
de acuerdo con quienes quieren convertirlo en una pieza antropológica, ni con
quienes creen que sus realizadores estaban obligados a producir una obra
maestra o un discurso profundo. Tampoco creo que sean frívolos o banales. Son
jóvenes y se atrevieron a decir lo qué les tiene ahogada la vida en este país
de locos.
Por eso los atacaron. Como a los genios.
Como entiendo el derecho a expresarnos como un derecho universal, quiero decir...
ResponderEliminarEl documental no me gusto, es mi apreciación, la gente es libre, bien puede cada quien hacer lo que desee, sin embargo, no me gusto para nada... Y cuando digo que no me gusto, va desde que sé que esa juventud existe, pienso que mi generacion, la generacion en la que se me puede encasillar es la propia generacion BOBA de la que tanto se habló en los 80´s.