Crece pronto muchacho
Crece fuerte muchacho
Hay un mundo que espera por ti
Cerelac
Creo que debería pedir disculpas por andar diciendo que en Venezuela no se hace nada por cuidar a nuestros “niños, niñas y adolescentes”. A veces se me va la lengua. He debido pensarlo mejor; yo no sabía que los chamos de este país tenían tan buena red de protección. Que pena; haber salido a escribir tonterías mientras “las fuerzas vivas del país” están más vivas que nunca, trabajando a favor de mejorar nuestra sociedad, desde su base más importante: La familia.
Fíjense: Varios miles de familias venezolanas saben lo que significa la tragedia de ver morir a uno de los suyos en un acto de violencia. Ellos hacen su cola en la morgue, se turnan para guardar el número, pagan lo que les pidan, entierran sus muertos y se callan la boca. Como corresponde.
Muchísimas más, no han tenido que ir a la morgue; pero pasan días y noches en algún hospital público, tratando de parapetear al muchacho que salió herido en un tiroteo, quedó vivo y “no le pasó nada”. Algunas otras (pocas en realidad, por suerte) mal duermen todas las noches con la angustia de tener que enfrentarse a eso por vez primera; pero como no les ha pasado nada, esos no cuentan.
Mientras tanto, los niños de nuestro país crecen a buen resguardo: no tendrán nunca más la posibilidad de encontrarse, en ningún medio de comunicación, con fotos que los asusten, incluido el Lobo Feroz y su fastidioso estrés post traumático. No hay porque temer. Teniendo nuestros chamos a salvo de la asquerosa violencia de los medios, salvaremos la familia y rescataremos la paz. ¿Cómo es que no se nos había ocurrido antes?
(Por cierto, me parece que también está prohibido guindar en Facebook las fotos del entierro del papa del Yorman, aunque el homenaje póstumo les quedó lo más de pinga)
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