Una vez más en nuestras ya largas vidas,
estamos a pocas horas de saludar la llegada de un nuevo año, despidiendo este que hemos vivido capoteando
lo que nos ha ido mandando la vida. Es un rito, más o menos familiar (según
como cada quien decide) que repetimos cada vez con el mismo entusiasmo de la
infancia, pero con más reservas; en algún momento de la noche nos preguntaremos
que estamos haciendo, o peor aún, por qué lo estamos haciendo.
La noche del 31!! Oh My God. Es predecible, es parecida a la del año pasado y es la gran ocasión de la felicidad obligada. Pero, está ahí. No podemos hacer nada para evitar su emocionalidad y todo lo demás que trae aparejado. Entonces, ¿qué hacer? Unirse a la fiesta y disfrutarla como cada quien buenamente pueda.
¿Por qué hacerlo? porque creo que francamente entramos en una época de grandes dificultades. La poca comprensión que todos parecemos tener de “eso que nos sucede” y la pérdida de todo respeto y consideración por el bien colectivo, nos ha estacionado a las puertas de un año en el que veremos desaparecer lentamente todo lo que conocíamos y gozábamos como comunidad. Eso es lo que hemos construido todos, y todos somos responsables del resultado, sea cualquiera que sea, si es que alguna vez ese resultado deja verse.
Pero, no conviene en un día como hoy ponerse pesimista, ni añorar las épocas de las uvas importadas que comprábamos por cajas y las grandes fiestas de Año Nuevo. Me parece que es mejor ponerse creativo. Entender que probablemente hemos sido arrogantes, nos hemos creído superiores, intocables, con privilegios de casta o sabe Dios qué cosa. Ha llegado el momento de bajar la mirada hacia el otro. Quién sabe si lo que falta por hacer, es echarles una mano que busque junto a ellos algo parecido al bien colectivo. Estoy completamente seguro que si lo logramos, comenzaremos a ser individualmente mejores. De modo que, así como lo dije en Navidad, mi único deseo, (además de que los golpes sean suaves) es que desde las inmensas pruebas que le pondrá el 2013 a nuestra paciencia y tolerancia, tengamos disposición para ser un poquito activistas de algo que desconocemos y se llama comunidad. No se me ocurre ninguna idea mejor para aguantar el chaparrón, como no sea abrir un paraguas a muchos kilómetros de distancia.
Y no lo digo porque personalmente quiera ser activista de algo. Es una enseñanza que me ha dejado un año que no fue especialmente bueno. Pero tampoco lo digo porque quiera encerrarme a bramar inconformidades sin pensar en otras cosas. De modo que aquí está: el año 2013, temido y esperado, ha llegado. Ojalá y nos sirva para aprender a cambiar las cosas que no queremos vivir desde dentro de nosotros y al lado del que podría estar equivocado. Si lo hacemos, todos, será un gran año. Sin duda.
La noche del 31!! Oh My God. Es predecible, es parecida a la del año pasado y es la gran ocasión de la felicidad obligada. Pero, está ahí. No podemos hacer nada para evitar su emocionalidad y todo lo demás que trae aparejado. Entonces, ¿qué hacer? Unirse a la fiesta y disfrutarla como cada quien buenamente pueda.
¿Por qué hacerlo? porque creo que francamente entramos en una época de grandes dificultades. La poca comprensión que todos parecemos tener de “eso que nos sucede” y la pérdida de todo respeto y consideración por el bien colectivo, nos ha estacionado a las puertas de un año en el que veremos desaparecer lentamente todo lo que conocíamos y gozábamos como comunidad. Eso es lo que hemos construido todos, y todos somos responsables del resultado, sea cualquiera que sea, si es que alguna vez ese resultado deja verse.
Pero, no conviene en un día como hoy ponerse pesimista, ni añorar las épocas de las uvas importadas que comprábamos por cajas y las grandes fiestas de Año Nuevo. Me parece que es mejor ponerse creativo. Entender que probablemente hemos sido arrogantes, nos hemos creído superiores, intocables, con privilegios de casta o sabe Dios qué cosa. Ha llegado el momento de bajar la mirada hacia el otro. Quién sabe si lo que falta por hacer, es echarles una mano que busque junto a ellos algo parecido al bien colectivo. Estoy completamente seguro que si lo logramos, comenzaremos a ser individualmente mejores. De modo que, así como lo dije en Navidad, mi único deseo, (además de que los golpes sean suaves) es que desde las inmensas pruebas que le pondrá el 2013 a nuestra paciencia y tolerancia, tengamos disposición para ser un poquito activistas de algo que desconocemos y se llama comunidad. No se me ocurre ninguna idea mejor para aguantar el chaparrón, como no sea abrir un paraguas a muchos kilómetros de distancia.
Y no lo digo porque personalmente quiera ser activista de algo. Es una enseñanza que me ha dejado un año que no fue especialmente bueno. Pero tampoco lo digo porque quiera encerrarme a bramar inconformidades sin pensar en otras cosas. De modo que aquí está: el año 2013, temido y esperado, ha llegado. Ojalá y nos sirva para aprender a cambiar las cosas que no queremos vivir desde dentro de nosotros y al lado del que podría estar equivocado. Si lo hacemos, todos, será un gran año. Sin duda.
No hay comentarios:
Publicar un comentario