No creo en paros cívicos, ni creo en huelgas generales. Me perdonan, pero creo que generan tensión y un ambiente mucho más violento que el existente, cosas con las que uno puede medianamente vivir. Con lo que no puede vivirse es con la decepción que normalmente genera una convocatoria a huelga general o paro cívico. Un paro cívico, para que sea efectivo debe ser eso: una ocasión cercana a lo histórico, en la que todos los que estamos en contra del régimen nos atrevamos a expresarlo públicamente, pidiendo la rectificación de una conducta equivocada. Como en el caso del Jueves 10 y la suposición de que irrespetarán lo dicho en La Constitución.
Si ese paro cívico, a cuya convocatoria se han sumado organizaciones y personalidades varias, reuniera a TODOS los que el 7 de Octubre votamos en contra del gobierno actual, quizás se conseguiría un resultado. Todos sabemos que no será así: “No tengo con quien dejar los niños”, “prefiero quedarme en mi casa tranquilita” “y si de pronto tiran la Guardia para la calle” “no vale, yo estoy cansado de inventos” puede que sean algunas de las excusas más socorridas, de ahí en adelante, cualquier cuento es bueno. A los venezolanos de a pie, les importa poquísimo lo que hagan con la Constitución, con el gobierno, con la toma de posesión o con su futuro. A los venezolanos de a pie, hasta ahora les preocupa más el precio de la carne o del azúcar. Y si eso se mantiene (a costa de lo que sea) lo demás es resignación y botar la basura para la calle.
No es el momento. Quizás nunca lo sea. La oposición sigue enfrascada en una contraofensiva cibernética y no termina de entender que está enfrentada a seguidores de Dios, apasionados y fanáticos, que no leen Twitter, que son rápidos para la ofensa y la descalificación y que están heridos por la herida de su líder. Serían capaces de seguir la oscuridad de un túnel si se los pidiera quienes los arengan.
Esa es la gran diferencia entre un “paro cívico” convocado por la oposición para señoras que van a la peluquería y tienen aspiraciones, señores que están ocupados "trabajando" y aquellos que tienen el país en sus manos gracias a una misión, un sueldo mínimo y la promesa de una casa.
Hay que buscar alternativas, complicadas e imposibles. Pero existentes.
Recordado amigo Juan Carlos, me estreno hoy como lector de tu Block prometiendo hacerlo a partir de ahora con constancia. Saludos
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