Conocí a Elvira hace mil años. Nunca hemos sido realmente
amigos, aunque tampoco somos adversarios u otra
cosa. Ella vive su vida como puede y yo la mía, como puedo. Si nos vemos,
nos saludamos con esa manera correcta de saludarse que tienen dos personas que
se conocen “de toda la vida” y si el tiempo y las prisas lo permiten, hasta
montamos animadas conversas. Ayer la vi. Quiso, el tiempo y las prisas, que
fuera día para animada conversa (pensándolo bien, mejor habría sido que no)
Pues bien, para empezar la conseguí físicamente muy cambiada: un nuevo color de
cabello, algunos kilos de menos, una manera distinta de vestir y juraría, por
puras ganas de elucubrar, que algunos retoques “estéticos” tienen a Elvira de
lo más buenamoza. Su exultante alegría, parece que también.
Elvira, según alcanzó a contarme, compró un apartamento hace
relativamente poco con el producto de una herencia que recibió de manera
inesperada. Fue un golpe de suerte porque andaba en procesos de divorcio y
pleitos de esos de “usted se queda con esto y yo con aquello y usted verá que
hace con los muchachos” así que hacerse con el apartaco, significó una
tranquilidad que ella agradece a todos los santos. Finalizado el tema del
divorcio y prestos los baúles para emprender vida en solitario (sus dos hijos
veinteañeros aprovecharon el zaperoco para poner océanos de por medio y les va divinamente) Elvira anda en proceso de
“acomodar” su garçonnière de soltera; esos, precisamente, eran los detalles por
los que andaba la conversa, cuando
decidió anunciarme – felicísima - que “de no haber sido por todo lo que el gobierno
anda haciendo para tumbar los precios, yo jamás habría podido, por ejemplo,
terminar la cocina…has debido verme, haciendo cola desde la madrugada para
comprar todos los aparatos de la cocina, con la misma plata con la que habría
comprado solo la lavadora; yo creo que
ahora si es verdad…este hombre se puso las pilas y está trabajando para empezar
a enderezar las cosas…”
Creo que la expresión de mi rostro habló por mi o no sé. Elvira se detuvo en sus alabanzas para decirme casi apenada que de todos modos, “yo Chavista, tu sabes que nunca he sido” (mentira podrida, se de buena fuente que necesitó unas cuantas elecciones para convencerse de votar por el candidato que adversaba al hoy difunto) pero al Cesar lo que es del Cesar” y me batió su lacia cabellera cobriza. Entonces se me ocurrió un recurso que cualquier persona, relativamente inteligente, podría usar para desenmascarar la mala praxis. Le dije que el problema de esta bajada de precios, es que dejaba a las tiendas sin posibilidad de reponer inventarios, por ejemplo, y que seguramente algunas cerrarían y dejarían mucha gente sin empleo y que, finalmente, si el tema de bajar precios tenía que venir junto a saqueos y todas esas cosas que hemos sabido han pasado en varias tiendas, la verdad yo prefería no saber de eso.
Elvira puso cara de circunstancias y abrió su bocaza pintada de rojo pasión: “aquí no ha habido saqueos Juan Carlos, toda la gente que hemos visto en las puertas de las tiendas, ha pagado por sus compras, lo que pasa es que es igualito a cuando hay esas rebajas fabulosas en los moles de Miami, como nosotros los venezolanos somos así, locotes y desordenados, todo el mundo quiere entrar de primero y se arman los empujones y los tumultos; pero, no te creas el cuento ese de los saqueos y además, mijito, estaban especulando, todo ese poco de turcos lo que querían era volverse millonarios a costa de uno…yo si estoy feliz, y lo de que no van a poder reponer inventarios eso no es verdad, esa gente tiene galpones llenos de mercancía, tú crees que van a quedar sin vender en Diciembre…no mijito…si es que aquí es como una tradición gastarse las utilidades comprando corotos para la casa…no les creas a los que dicen que la cosa se va a poner fea, y si cierran tiendas, que las cierren y si se queda gente desempleada, chévere, porque con esa platica que les van a dar y con la experiencia que tienen en ventas, hasta montan su negocito…..yo creo que ahora si es verdad que las vainas empiezan a mejorar, espera que le caigan a los teléfonos celulares, todos vamos a poder comprar un Samsung…ya verás!”
Con el ultimo hilo de voz, atiné a preguntarle por el futuro (creo que dije algo como libre empresa y competitividad y esas palabrotas de domingo; pero, entre oírla y evitar el ACV no puedo estar tan seguro)
“¿El futuro? mi amor…el futuro viene a precios justos…deja de preocuparte por esa vaina panita mío…así como pudieron meterse con los especuladores y ponerles un parao, así van a poder con todo lo que le joda a uno la vida de ahora en adelante, es que no tienes sino que verlo, todo está baratísimo…y no vayas a creer que es que a mí me gusta esto…pero…”
La escuché sin ganas de replicarle nada, me despedí apresurado - para evitar la desazón de la mala hora - y me fui andando. En la cabeza se me instaló la esquizoide certeza de que, entender, lo que se dice entender, yo, desde hace años, no entiendo nada y que, además, por las muchas Elviras a las que no les gusta esto y andan sueltas por ahí, el futuro…está muy mal, muchas gracias.
Creo que la expresión de mi rostro habló por mi o no sé. Elvira se detuvo en sus alabanzas para decirme casi apenada que de todos modos, “yo Chavista, tu sabes que nunca he sido” (mentira podrida, se de buena fuente que necesitó unas cuantas elecciones para convencerse de votar por el candidato que adversaba al hoy difunto) pero al Cesar lo que es del Cesar” y me batió su lacia cabellera cobriza. Entonces se me ocurrió un recurso que cualquier persona, relativamente inteligente, podría usar para desenmascarar la mala praxis. Le dije que el problema de esta bajada de precios, es que dejaba a las tiendas sin posibilidad de reponer inventarios, por ejemplo, y que seguramente algunas cerrarían y dejarían mucha gente sin empleo y que, finalmente, si el tema de bajar precios tenía que venir junto a saqueos y todas esas cosas que hemos sabido han pasado en varias tiendas, la verdad yo prefería no saber de eso.
Elvira puso cara de circunstancias y abrió su bocaza pintada de rojo pasión: “aquí no ha habido saqueos Juan Carlos, toda la gente que hemos visto en las puertas de las tiendas, ha pagado por sus compras, lo que pasa es que es igualito a cuando hay esas rebajas fabulosas en los moles de Miami, como nosotros los venezolanos somos así, locotes y desordenados, todo el mundo quiere entrar de primero y se arman los empujones y los tumultos; pero, no te creas el cuento ese de los saqueos y además, mijito, estaban especulando, todo ese poco de turcos lo que querían era volverse millonarios a costa de uno…yo si estoy feliz, y lo de que no van a poder reponer inventarios eso no es verdad, esa gente tiene galpones llenos de mercancía, tú crees que van a quedar sin vender en Diciembre…no mijito…si es que aquí es como una tradición gastarse las utilidades comprando corotos para la casa…no les creas a los que dicen que la cosa se va a poner fea, y si cierran tiendas, que las cierren y si se queda gente desempleada, chévere, porque con esa platica que les van a dar y con la experiencia que tienen en ventas, hasta montan su negocito…..yo creo que ahora si es verdad que las vainas empiezan a mejorar, espera que le caigan a los teléfonos celulares, todos vamos a poder comprar un Samsung…ya verás!”
Con el ultimo hilo de voz, atiné a preguntarle por el futuro (creo que dije algo como libre empresa y competitividad y esas palabrotas de domingo; pero, entre oírla y evitar el ACV no puedo estar tan seguro)
“¿El futuro? mi amor…el futuro viene a precios justos…deja de preocuparte por esa vaina panita mío…así como pudieron meterse con los especuladores y ponerles un parao, así van a poder con todo lo que le joda a uno la vida de ahora en adelante, es que no tienes sino que verlo, todo está baratísimo…y no vayas a creer que es que a mí me gusta esto…pero…”
La escuché sin ganas de replicarle nada, me despedí apresurado - para evitar la desazón de la mala hora - y me fui andando. En la cabeza se me instaló la esquizoide certeza de que, entender, lo que se dice entender, yo, desde hace años, no entiendo nada y que, además, por las muchas Elviras a las que no les gusta esto y andan sueltas por ahí, el futuro…está muy mal, muchas gracias.
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