Es probable que cuando promulgó la Ley de Defensa del
Matrimonio (Defense of Marriage Act o
DOMA) en 1996, Bill Clinton no haya
tenido tiempo para pensar en el mandato del tiempo, en la vergüenza que demolió
su propia defensa del matrimonio, (de su matrimonio, vale decir) ni en
el hecho simple de que sus ungidos darían la espalda a su firma, celebrando con
una simple frase el primer gran triunfo de la lucha más seria por derechos
civiles que se ha desarrollado en América, desde la protagonizada por
afroamericanos en tiempos de su apartheid:
love
is love, ha dicho Barack Obama recientemente, a pesar de tener tanto que agradecerle a ese antecesor
que una vez negó, con su rúbrica, un alegato tan simple.
Es la noticia internacional del momento: mientras que los
europeos (con excepción de los franceses que se han revelado conservadores ultraderechistas)
celebran con toda normalidad matrimonios de toda validez entre parejas de
cualquier tipo, Los Estados
Unidos de América, quizás la nación más poderosa del mundo, insisten en mantenerse
opuestos, en ejercicio de su doble moral, a la simple mención de lo que ellos
han bautizado, no sin cierta dosis de error, el matrimonio gay. Postura que ahora tendrá que ser revisada y
seguramente transformada, gracias a la lucha que una anciana de 83 años
emprendió (como guinda de postre) junto a un grupo valiente de abogados y
partidarios, para hacer valer sus derechos de viudedad, obteniendo al mismo
tiempo una razón para seguir adelante en la vida. Love is love, nada más cierto.
Edith "Edie" Windsor vivió durante más de cuarenta años con Thea Spyer, aunque no pudieron casarse hasta el año 2007, debido a la prohibición. Durante todos esos años fueron una pareja que, según todas las apreciaciones, hizo verdad aquello de “en la salud y la enfermedad, para bien y para mal, hasta que la muerte los separe”. Al morir Thea, Edie quedó como heredera universal de sus bienes, como es lógico, encontrándose con un gran obstáculo para poder disfrutar de esa herencia muy merecida: El fisco le cobraba 363 mil dólares por impuestos que no hubiera tenido que pagar si Thea hubiera sido Theo. En otras palabras, si Edie hubiera estado casada con un hombre y este, al morir, la hiciera heredera de sus bienes, Edie habría accedido a ellos sin pagar tal cantidad de impuestos. Ese hecho, no tan simple por múltiples implicaciones, fue el inicio de una lucha que se mantuvo por varios años y que, junto a muchos otros reclamos, permitió a la Corte Suprema de Justicia de Los Estados Unidos de América, tildar de inconstitucional a la circunspecta DOMA el pasado 23 de junio de 2013 y decretar que los beneficios (múltiples y muy ventajosos) derivados del hecho de estar casado aplican por igual a todas las parejas que contraigan matrimonio en alguno de los estados donde este sea válido, abriendo el camino para la final aprobación del matrimonio con la concepción amplia y normal del caso. Un camino que será largo y complicado, seguramente; pero, cuenta con el apoyo del 56% de los americanos quienes consideran que la prohibición de la igualdad en el matrimonio es una violación - y como tal debe verse - de lo que sería la enmienda XIV de su constitución. De ahí, la trascendental importancia de la sentencia: Los jueces, en realidad, ni siquiera consideraron el tema de la igualdad de derechos matrimoniales, pues no había méritos para ello. Ellos miraron y sentenciaron el derecho a la igualdad de derechos. Simplemente lo que esta sentencia quiere decir, es que no existe una manera de que un ciudadano americano tenga un derecho en Mississippi que no pueda tener en California, una situación que se podría agravar dada la alta movilidad de los norteamericanos; una cuestión básica que se llama igualdad y que al ponerlo de otra forma estaría afirmando que existen ciudadanos de primera clase y ciudadanos de segunda clase. Que su amor es más amor en un sitio que en otro, tanto que puede ser validado en un estado pero no en otro, y por lo tanto, su libertad de ser y de amar depende de su ubicación geográfica.
No es la primera vez que el matrimonio es objeto de luchas encarnizadas: el derecho de un blanco a casarse con una mujer negra fue peleado y conseguido a nivel federal. De modo que esta victoria, a todas luces inmensa, no es sino la primera importante victoria de una disputa que necesita convencer de su legitimidad a ese pequeño 43 % de americanos que todavía sienten su familia amenazada por la existencia de una cara desconocida y peligrosamente amable del amor. Del amor, es decir, de la única razón por la que una familia debe empezar a existir, debe mantenerse unida y debe constituir eso que llaman “un pilar de la sociedad”.
La dirección en que esta sentencia histórica de la Corte Suprema ha llevado las pugnas por derechos cuya negación es absurda, está señalando una trayectoria a favor impulsada por personas de mentalidad joven, mucho menos pendiente de prohibiciones que causan infelicidad. Mucho menos interesada en un asunto tan íntimo como el sexo de la gente y lo que cada uno hace con eso.
No es poca cosa. Es el primer paso para el desmantelamiento de la doble moral americana. El primer paso para libertades más plenas. El primer paso para un mundo mas justo. Después de todo no es necesario recordar, pero lo haremos, que todo lo que verdaderamente estremece al mundo occidental, estremece primero a la pacata sociedad norteamericana.
Edith "Edie" Windsor vivió durante más de cuarenta años con Thea Spyer, aunque no pudieron casarse hasta el año 2007, debido a la prohibición. Durante todos esos años fueron una pareja que, según todas las apreciaciones, hizo verdad aquello de “en la salud y la enfermedad, para bien y para mal, hasta que la muerte los separe”. Al morir Thea, Edie quedó como heredera universal de sus bienes, como es lógico, encontrándose con un gran obstáculo para poder disfrutar de esa herencia muy merecida: El fisco le cobraba 363 mil dólares por impuestos que no hubiera tenido que pagar si Thea hubiera sido Theo. En otras palabras, si Edie hubiera estado casada con un hombre y este, al morir, la hiciera heredera de sus bienes, Edie habría accedido a ellos sin pagar tal cantidad de impuestos. Ese hecho, no tan simple por múltiples implicaciones, fue el inicio de una lucha que se mantuvo por varios años y que, junto a muchos otros reclamos, permitió a la Corte Suprema de Justicia de Los Estados Unidos de América, tildar de inconstitucional a la circunspecta DOMA el pasado 23 de junio de 2013 y decretar que los beneficios (múltiples y muy ventajosos) derivados del hecho de estar casado aplican por igual a todas las parejas que contraigan matrimonio en alguno de los estados donde este sea válido, abriendo el camino para la final aprobación del matrimonio con la concepción amplia y normal del caso. Un camino que será largo y complicado, seguramente; pero, cuenta con el apoyo del 56% de los americanos quienes consideran que la prohibición de la igualdad en el matrimonio es una violación - y como tal debe verse - de lo que sería la enmienda XIV de su constitución. De ahí, la trascendental importancia de la sentencia: Los jueces, en realidad, ni siquiera consideraron el tema de la igualdad de derechos matrimoniales, pues no había méritos para ello. Ellos miraron y sentenciaron el derecho a la igualdad de derechos. Simplemente lo que esta sentencia quiere decir, es que no existe una manera de que un ciudadano americano tenga un derecho en Mississippi que no pueda tener en California, una situación que se podría agravar dada la alta movilidad de los norteamericanos; una cuestión básica que se llama igualdad y que al ponerlo de otra forma estaría afirmando que existen ciudadanos de primera clase y ciudadanos de segunda clase. Que su amor es más amor en un sitio que en otro, tanto que puede ser validado en un estado pero no en otro, y por lo tanto, su libertad de ser y de amar depende de su ubicación geográfica.
No es la primera vez que el matrimonio es objeto de luchas encarnizadas: el derecho de un blanco a casarse con una mujer negra fue peleado y conseguido a nivel federal. De modo que esta victoria, a todas luces inmensa, no es sino la primera importante victoria de una disputa que necesita convencer de su legitimidad a ese pequeño 43 % de americanos que todavía sienten su familia amenazada por la existencia de una cara desconocida y peligrosamente amable del amor. Del amor, es decir, de la única razón por la que una familia debe empezar a existir, debe mantenerse unida y debe constituir eso que llaman “un pilar de la sociedad”.
La dirección en que esta sentencia histórica de la Corte Suprema ha llevado las pugnas por derechos cuya negación es absurda, está señalando una trayectoria a favor impulsada por personas de mentalidad joven, mucho menos pendiente de prohibiciones que causan infelicidad. Mucho menos interesada en un asunto tan íntimo como el sexo de la gente y lo que cada uno hace con eso.
No es poca cosa. Es el primer paso para el desmantelamiento de la doble moral americana. El primer paso para libertades más plenas. El primer paso para un mundo mas justo. Después de todo no es necesario recordar, pero lo haremos, que todo lo que verdaderamente estremece al mundo occidental, estremece primero a la pacata sociedad norteamericana.
Way to go, americans….way to go.
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