
En el medio justo de toda esta larga cadena de desencuentros
y como para ponerle la guinda al pastel, el tipo se enferma. O, por lo menos,
le hace creer a una porción bien importante del planeta que su vida está en
peligro debido al cáncer.
Es posible que lo esté. Un amigo muy querido el otro día me
preguntó si yo quería que explotara en TV para creerlo. La verdad es que no. Ni
quiero que explote ante las cámaras, ni quiero que sea verdad, ni quiero que
sea mentira. Por una extraña necesidad de mantenerme a salvo, he desarrollado
un mecanismo de evasión que me permite sentir, verdaderamente, el desinterés más
grande por su vida y obra. Soy uno de los pocos que todavía se resiste a creer
el tema de la enfermedad tal como ha sido contada por periodistas que jamás
mencionan de dónde sacan sus detalladas informaciones. En otras palabras, yo no
creo que se esté muriendo. Acepto a regañadientes que tiene cáncer; pero me
niego a caer en el juego de los que pregonan un funeral de estado inminente, como si fuera un concierto de Los Rolling
Stones.
La enfermedad, una variable con la que nadie contaba hace
poco menos de un año, copa todos nuestros espacios, básicamente porque a juicio
de los más afamados analistas criollos, el gobierno tiene “la obligación” de
mostrarnos cada examen de laboratorio, cada radiografía, cada resonancia
magnética. Nosotros “tenemos derecho” a saber los detalles más íntimos de un
mal que ha hecho una grave metástasis en lo más venezolano de los venezolanos:
El morbo curioso.
Ese morbo nos llevó a todos a cometer un error que ha de pesarnos.
Para empezar, no es un derecho ciudadano
obtener un informe oficial y detallado. El Presidente de la Republica tiene el
mismo derecho que usted y que yo, a
vivir su enfermedad en silencio y a decidir qué hacer con eso. Es más, si fuera cierto el rumor, el
Presidente de la República tiene el mismo derecho que usted y que yo a morir en
paz, rodeado del amor y el cuidado de los suyos. Punto.
Ahora bien, el señor nos ha acostumbrado a lo público y la
culpa es suya si exigimos mayor transparencia. Hasta ahora, lo “políticamente
correcto”, es decir, su aparición haciendo
el anuncio formal, aunque muy escueta, sucedió y fue interpretado como una
burla. A partir de ahí, como solemos hacer en lo cotidiano y en lo grave, todos
los problemas empezaron a ser pocos. Nosotros hemos “asumido” que el presidente
TIENE que tratar su enfermedad en el país. Eso no es cierto. No es el primer
mandatario, ni será el último, que recurra a médicos extranjeros para
atenderse. Eso forma parte del “paquete venezolano”. A nosotros nos encanta una
clínica extranjera. Lo que nos tiene “patas arriba” es que haya escogido Cuba y
no Houston. Eso es todo. Hemos “asumido” también que el desarrollo de la
enfermedad DEBE ser narrado en cámara lenta por algún vocero oficial. Eso tampoco
es cierto. Sencillamente, fue por boca de él que nosotros sabemos que tiene
cáncer. ¿Entonces?
Hemos también decretado que estar enfermo lo inhabilita. Eso
es bastante discutible. El señor tiene Cáncer, no tiene Demencia Senil, no
sufrió un ACV Masivo, no está en coma (a pesar de lo que dicen muchos) Su
enfermedad y su deseo expreso de permanecer fuera del país, atendiéndose por largas temporadas, puede que
amerite - desde un punto de vista formal - el desempeño de las funciones
propias del vicepresidente. Y aunque eso más o menos sucede, estamos en
Venezuela y “ellos” tienen un atajaperros digno de lo que son ellos: el
vicepresidente en funciones, responde a
una fracción de un partido en el que otras (muchas) fracciones reclaman una
porción de protagonismo. De modo que ahí, otra vez, estamos equivocados: lo que
está pasando en el Partido ese que ellos tienen, no es culpa de la enfermedad
del presidente. Es culpa de ellos, que no saben cómo mantener cohesionado un
partido ni como gobernar un país.
Todo lo demás es accesorio. El cáncer incluido. A pesar de
las cosas que publican diariamente los privilegiados que saben TODO LO QUE HAY
QUE SABER sobre la enfermedad presidencial, El Presidente de la Republica, el Señor de
Sabaneta, regresará. Lo malo, lo realmente malo es que regrese y sea millones.
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